El humo negro que salió de la chimenea de la Capilla Sixtina el miércoles por la noche indicó que la primera votación de los cardenales en un cónclave en el Vaticano para elegir a un nuevo papa no había sido concluyente.
Miles de fieles se congregaron en la Plaza de San Pedro a la espera de que saliera humo de un estrecho conducto situado en el tejado de la capilla, al término de una jornada rica en rituales y pompa, en la que los prelados rezaron para obtener la guía divina en su votación secreta.
La multitud tuvo que armarse de paciencia, ya que el humo tardó más de lo previsto en aparecer, más de tres horas después del inicio del cónclave. Fue una hora más de lo que tardó en verse humo tras la primera votación del cónclave de 2013 que eligió al difunto papa Francisco.
Cuando se elige a un papa sale humo blanco, pero esto no se esperaba el miércoles ya que no se ha ungido un pontífice en el primer día de un cónclave en los tiempos modernos.
El miércoles solo hubo una votación. A partir de ahora, los cardenales podrán votar hasta cuatro veces al día hasta que uno se haya asegurado una mayoría de al menos dos tercios: 89 cardenales en esta ocasión.
Algunos cardenales dijeron esta semana que esperaban que se anunciara un nuevo pontífice el jueves o el viernes para demostrar que la Iglesia puede permanecer unida después del papado a menudo divisivo de 12 años de Francisco, que murió el mes pasado.
Los 133 cardenales electores, todos menores de 80 años, pasarán la noche aislados en una de las dos casas de huéspedes del Vaticano, donde podrán continuar sus deliberaciones en un ambiente más informal antes de regresar a la capilla el jueves por la mañana.
Su única comunicación con el mundo exterior será el humo de la chimenea al quemar las papeletas rellenadas y mezcladas con sustancias químicas especiales: negras cuando una votación termina sin resultado, blancas cuando se elige a un pontífice.
Los cónclaves papales modernos suelen ser breves. El cónclave de 2013 duró sólo dos días, al igual que el de 2005, cuando se eligió a Benedicto XVI.
En los últimos días, los cardenales han ofrecido diferentes evaluaciones de lo que buscan en el próximo pontífice que dirigirá la Iglesia de mil 400 millones de miembros.
Mientras que algunos han pedido continuidad con la visión de Francisco de una mayor apertura y reforma, otros han dicho que quieren volver a abrazar las viejas tradiciones. Muchos han indicado que quieren un pontificado más predecible y mesurado.
Más temprano, en un ritual que se remonta a la época medieval, los 133 cardenales caminaron lentamente hacia la Capilla Sixtina antes de prestar juramento de secreto perpetuo, bajo la mirada del severo Cristo representado en el fresco del Juicio Final de Miguel Ángel, que adorna la capilla.
Luego, el arzobispo Diego Ravelli, maestro de ceremonias del Vaticano, pronunció la orden en latín «Extra omnes!» (¡Todos fuera!), indicando a aquellos que no participan del cónclave que se fueran. Las puertas de la capilla se cerraron de golpe.
Vigilancia atenta
La influencia del papa se extiende mucho más allá de la Iglesia católica, pues proporciona una voz moral y una llamada a la conciencia que ningún otro dirigente mundial puede igualar.
En una misa celebrada en la Basílica de San Pedro el miércoles por la mañana antes de entrar en el cónclave, los cardenales rezaron para que Dios les ayudara a encontrar un papa que ejerciera una «vigilancia atenta» sobre el mundo.
En un sermón, el cardenal italiano Giovanni Battista Re dijo a sus colegas que debían dejar de lado «toda consideración personal» al elegir al nuevo pontífice y tener en mente «solo (…) el bien de la Iglesia y de la humanidad».
Un récord de 133 cardenales de 70 países entraron en la Capilla Sixtina, frente a los 115 de 48 naciones del cónclave de 2013, un crecimiento que refleja los esfuerzos de Francisco por extender el alcance de la Iglesia a regiones remotas con pocos católicos.
No ha surgido un claro favorito, aunque el cardenal italiano Pietro Parolin y el filipino Luis Antonio Tagle son considerados candidatos.
Sin embargo, si pronto se hace evidente que ninguno de los dos puede ganar, es probable que los votos se decanten por otros contendientes y que los electores se agrupen en torno a la geografía, la afinidad doctrinal o las lenguas comunes.
Entre los posibles están el francés Jean-Marc Aveline, el húngaro Peter Erdo, el estadunidense Robert Prevost y el italiano Pierbattista Pizzaballa.
Re sugirió a los cardenales que buscaran un papa que respetara la diversidad dentro de la Iglesia. «La unidad no significa uniformidad, sino una firme y profunda comunión en la diversidad», dijo en su sermón.
El Vaticano ha tomado medidas de alta tecnología para garantizar el secreto, incluidos dispositivos de interferencia para evitar escuchas.
La duración media de los últimos 10 cónclaves fue de poco más de tres días y ninguno superó los cinco días.
Alrededor del 80 por ciento de los cardenales que entraron en la Capilla Sixtina el miércoles fueron nombrados por Francisco, lo que aumenta la posibilidad de que su sucesor continúe de alguna manera sus políticas progresistas a pesar de la fuerte oposición de los tradicionalistas. Entre sus consideraciones estará si deben buscar un papa del sur global, donde las congregaciones están creciendo, como hicieron en 2013 con el argentino Francisco, o devolver las riendas a Europa o incluso elegir un primer papa estadounidense.