Popeye puede golpear sin permiso y Tintín puede viajar libremente a partir de 2025. Estos dos clásicos personajes de cómic, que aparecieron por primera vez en 1929, están entre las propiedades intelectuales que pasarán a dominio público en Estados Unidos el 1º de enero. Esto significa que pueden ser utilizados y reutilizados sin necesidad de permiso o pago a los titulares de derechos de autor.
La remesa de este año de creaciones artísticas que pasan a dominio público no tiene el impacto emblemático de la entrada de Mickey Mouse al dominio público el año pasado. Sin embargo, incluye un amplio archivo de obras icónicas que verán expirar sus derechos de autor máximos de 95 años. Y la presencia en el dominio público del ícono de Disney se expande.
“¡Es un tesoro! Hay una docena de nuevos dibujos animados de Mickey –habla por primera vez y se pone los famosos guantes blancos”, dijo Jennifer Jenkins, directora del Centro de Estudio del Dominio Público de Duke. Hay obras maestras de Faulkner y Hemingway, las primeras películas sonoras de Alfred Hitchcock, Cecil B. DeMille y John Ford, y música increíble de Fats Waller, Cole Porter y George Gershwin. ¡Muy emocionante!
A continuación, un vistazo más cercano a la hornada de este año.
Popeye el Marino, con sus gruesos antebrazos, su jerga difícil de entender y su propensión a las peleas, fue creado por EC Segar y apareció por primera vez en la tira de periódico Thimble Theater en 1929, diciendo sus primeras palabras: ¿crees que soy un vaquero?, cuando le preguntaron si era marinero. Lo que se suponía que era una aparición única se volvió permanente, y la tira sería renombrada como Popeye.
Espinacas, aún protegidas
Pero al igual que con Mickey Mouse el año pasado y Winnie the Pooh en 2022, sólo la versión más antigua es libre de reutilizar. La espinaca que le dio al marinero su superfuerza no estaba desde el principio y es el tipo de elementos del personaje que po-drían generar disputas legales. Y los cortos animados que presentan su distintiva voz balbuceante no comenzaron hasta 1933, por lo cual siguen bajo derechos de autor. Lo mismo ocurre con la película de 1980 del director Robert Altman, protagonizada por Robin Williams como Popeye y Shelley Duvall como su novia, Olivia.
Ese filme fue recibido con poco entusiasmo en un principio. Lo mismo ocurrió con Las aventuras de Tintín, de Steven Spielberg, en 2011. Pero los cómics sobre el joven reportero que los inspiró, creación del artista belga Hergé, estuvieron entre los más populares en Europa durante gran parte del siglo XX.
El joven, dibujado de forma sencilla con puntos por ojos y un flequillo como una ola del océano, apareció por primera vez en un suplemento del periódico belga Le Vingtième Siècle, y se convirtió en un personaje semanal.
El cómic también apareció por primera vez en Estados Unidos en 1929. Sus colores brillantes característicos, incluido el cabello pelirrojo de Tintín, no aparecieron hasta años después y podrían, como las espinacas de Popeye, ser objeto de disputas legales.
Y en gran parte del mundo, Tintín no se convertirá en propiedad pública hasta 70 años después de la muerte de su creador, en 1983.
Los libros que se hacen públicos este año parecen el programa de un seminario de literatura estadunidense.
El ruido y la furia, posiblemente la novela más emblemática de William Faulkner, con su estilo modernista de flujo de conciencia, causó sensación tras su publicación a pesar de ser famosamente difícil para los lectores. Utiliza múltiples narrativas no lineales para contar la historia de la ruina de una prominente familia en el Mississippi natal del autor, y ayudaría a llevar a Faulkner al Premio Nobel.
Adiós a las armas, de Ernest Hemingway, se une a su anterior Fiesta al dominio público. La historia parcialmente autobiográfica de un conductor de ambulancia en Italia durante la I Guerra Mundial consolidó el estatus de Hemingway en el canon literario estadunidense. Se ha adaptado con frecuencia a cine, televisión y radio, algo que ahora se puede hacer sin permiso.
La primera novela de John Steinbeck, La taza de oro, también entrará en el dominio público.
Una habitación propia, de Woolf, también en la lista
La novela extendida de la novelista británica Virginia Woolf, Una habitación propia, que se convertiría en un hito en el feminismo de la célebre escritora modernista, también está en la lista. La señora Dalloway ya está en el dominio público de Estados Unidos.
Si bien hay un grupo de películas importantes que se harán públicas la próxima década, por ahora tendrán que bastar las primeras obras de la no siempre estelar era del cine sonoro.
Una década antes de que se mudara a Hollywood e hiciera películas como Psicosis y Vértigo, Alfred Hitchcock hizo Blackmail en Reino Unido. La película comenzó como muda, pero cambió a sonora durante la producción, resultando en dos versiones diferentes, una de ellas, la primera película sonora de Reino Unido y de Hitchcock.
John Ford, cuyos westerns posteriores lo colocarían entre los directores de cine más venerados, también hizo su primera incursión en el sonido con The Black Watch de 1929 (traducida como Shari la hechicera en algunos países hispanohablantes), una aventura épica que incluye al futuro colaborador principal de Ford, John Wayne, como un joven extra.
Cecil B. DeMille, que ya era un magnate de Hollywood gracias a las películas mudas, hizo su primera cinta sonora con el melodrama Dinamita.
Groucho, Harpo y los otros hermanos Marx tuvieron sus primeros roles protagónicos en el cine en The Cocoanuts de 1929, precursor de futuros clásicos como Animal Crackers y Duck Soup.
La melodía de Broadway, la primera película sonora y segunda en ganar el Oscar a la mejor película, conocida en ese momento como producción destacada, también se hará pública, aunque a menudo se clasifica entre los peores ganadores del mejor película.
Y después de que Steamboat Willie hiciera público al Mickey Mouse más temprano, una docena más de sus animaciones obtendrán el mismo estatus, incluyendo The Karnival Kid donde habló por primera vez.
Las canciones del último de los locos años 20 también están a punto de convertirse en propiedad pública.
Las composiciones de Cole Porter What Is This Thing Called Love? y Tiptoe Through the Tulips se encuentran entre los temas destacados, al igual que el clásico de jazz Ain’t Misbehavin, escrito por Fats Waller y Harry Brooks.
Singin’ in the Rain, que más tarde quedaría asociada para siempre con la película de Gene Kelly de 1952, hizo su debut en el filme de 1929 The Hollywood Revue, y ahora será de dominio público.
Diferentes leyes regulan las grabaciones sonoras, y las que recién entran en el dominio público datan de 1924. Incluyen una grabación de Nobody Knows the Trouble I’ve Seen de la futura estrella e icono de los derechos civiles Marian Anderson, y Rhapsody in Blue, interpretada por su compositor George Gershwin.