Rusia admitió ayer que, a pesar de haber atacado un consorcio militar en la ciudad ucrania de Dnipró con su misil hipersónico balístico de nueva generación llamado Oreshnik (Avellano), como advertencia de que está en condiciones de alcanzar en cuestión de minutos cualquier país europeo cuyas armas se usan contra blancos en el territorio ruso, Ucrania volvió a lanzar misiles de largo alcance (hasta 300 kilómetros) estadunidenses contra instalaciones militares en la región de Kursk.
El ministerio ruso de Defensa, tras afirmar que la situación está bajo control, adelantó que se preparan acciones de respuesta, sin precisar de qué tipo ni cuándo se concretarán.
“Con base en datos verificados, el ejército de Ucrania, en los tres días recientes, lanzó dos ataques con armas de largo alcance en Kursk, empleando misiles tácticos Atacms fabricados en Estados Unidos”, señaló el ministerio en un comunicado.
La dependencia castrense precisó que el sábado 23 de noviembre el ejército ucranio disparó cinco misiles Atacms contra las posiciones de una división de cohetes antiaéreos S-400 cerca de la localidad de Lotariovka, a 37 kilómetros de la ciudad de Kursk, capital de la región homónima.
El lunes 25 de noviembre, indica el comunicado, el aeropuerto Vostochny de la ciudad de Kursk, que alberga la base aérea de Jalino, “resistió el ataque de ocho Atacms” y sólo uno alcanzó su objetivo. El texto del ministerio ruso de Defensa asegura que, de los 13 misiles lanzados por Ucrania, sus sistemas de defensa antiaérea interceptaron 10. Sin embargo, reconoció, algo que no suele hacer, que lamentablemente hubo víctimas y daños en infraestructuras.
Durante la madrugada de ayer el ejército ruso estableció un nuevo récord en el número de drones lanzados contra Ucrania en un mismo ataque en 17 regiones de ese país, 188 aparatos aéreos no tripulados con carga explosiva, de acuerdo con el parte de guerra diario de la fuerza aérea ucrania.
Los militares ucranios sostienen haber derribado 76 drones y aseveran que más o menos un centenar se desviaron de su ruta debido a las interferencias de los medios de guerra electrónica que tiene Kiev.
Según ese parte castrense, Rusia también disparó cuatro misiles balísticos Iskander-M, que no pudieron ser interceptados, causando daños en infraestructuras críticas. No se reportaron víctimas mortales ni heridos, aunque sí hubo numerosos impactos en casas y edificios de fragmentos de drones derribados.
De un tiempo para acá, consideran analistas, el ejército ruso busca con sus lanzamientos masivos de drones agotar los proyectiles antiaéreos ucranios y localizar su ubicación para posteriores ataques con misiles, en tanto Ucrania recurre cada vez más a los medios electrónicos para ahorrar municiones.
En cuanto a la situación en el frente de guerra, sigue sin poder cumplirse la orden que dio en febrero de 2022 el presidente Vladimir Putin de expulsar al ejército ucranio más allá de las fronteras administrativas de las regiones de Donietsk y Lugansk. Según calculan los expertos, los avances logrados por las tropas rusas equivalen a 10 por ciento del territorio que les falta ocupar para que no quede ningún soldado ucranio dentro de esas regiones.
Así, en lo que va de noviembre –conforme datos de la plataforma ucrania DeepState que basa sus conclusiones en imágenes satelitales de la zona– el ejército ruso lleva conquistados cerca de 600 kilómetros cuadrados de territorio, sobre todo en la región de Donietsk, y trata de avanzar lo máximo posible antes de que el invierno, con la llegada de la nieve y el frío, ralentice las operaciones.
Las tropas ucranias, por su parte, aún mantienen bajo control cerca de 800 kilómetros de la región rusa de Kursk, que invadieron en agosto pasado y donde llegaron a ocupar cerca de mil 200 kilómetros cuadrados, o sea, tuvieron que retirarse de 400 kilómetros cuadrados.
El comandante en jefe del ejército de Ucrania, Oleksander Syrskyi, confirmó ayer que el enemigo está concentrando fuerzas en la frontera para comenzar una nueva ofensiva, en la zona donde confluyen las regiones de Donietsk y Zaporiyia.
Desde hace varios días, expertos tanto rusos como ucranios se preguntan cómo podría utilizar el mando militar ruso, cuando el clima lo permita, los cerca de 130 mil soldados que, se estima, están en este momento a disposición del grupo de ejércitos Dniéper al mando del controvertido general Mijail Teplinsky.
Unos se inclinan a que parte de ese contingente podría reforzar a las tropas que intentan rodear el bastión de Pokrovsk y otros creen que su misión podría ser intentar expulsar al ejército ucranio de la ciudad de Zaporiyia, capital de la región homónima, pero esto último parece una tarea nada fácil y tendría un alto costo en bajas al verse obligado el atacante a cruzar el río Dniéper.