Un espectáculo performático, donde el arte y la música se entrelazaron, con pasarela, bailarines e infinidad de videos, fue el que protagonizó Mon Laferte en el Auditorio Nacional, que se vistió con miles de coronas luminosas que portaron los seguidores de la cantante y compositora, quien avasalló conciencias con su eclecticismo sonoro, fuerza interpretativa e irreverencia femenina.
En el contexto de la gira Autopoiética Tour, Mon Laferte mencionó orgullosa su doble nacionalidad, chilena y mexicana. También se dijo agradecida de presentarse por octava vez en el recinto de Reforma, con un concierto de larga duración, pero en una noche de miércoles, donde el público se le rindió y hasta la animó a tomarse a fondo una copa de vino.
La conexión de la cantante con su audiencia generó una divertida y catártica interacción, incluso en los momentos en que también les recordó que se podía llorar. Si alguien vino a este concierto y no sabía que iba a llorar ¿a qué vino?.
La intérprete, quien lució un sensual y colorido look surrealista –con tintes de épocas pasadas y modernas– , donde predominó el tono rojo, así como un espectacular peinado adornado con moños y flores carmesí, aseguró: “¡Tengo los mejores fans del pinche mundo!” y, en otro momento, hizo vibrar al recinto cuando afirmó: Nací en Viña y renací en la Ciudad de México; tengo doble nacionalidad, pero uno es de donde quiere su corazón y esta noche mi corazón es de ustedes.
Norma Monserrat Bustamante Laferte, nombre real de la artista nacida en Viña del Mar y ganadora de cuatro Latin Grammy, expresó al dar la bienvenida a su emocionada y expectante audiencia: ¡Buenas noches!, prendan la luz, quiero ver al público; ¿cómo están? Estoy feliz porque es mi auditorio número ocho en mi vida y hace rato en la prueba de sonido me cayó el veinte. Gracias por estar aquí, bienvenidos y gracias por seguirme en tantas locuras, espero que se la estén pasando bonito, los amo.
Acompañada por músicos en la batería, metales y guitarras, entre otros instrumentos, además de cuatro bailarines que fungieron como coros, actores y modelos lucieron durante todo el concierto atractivos atuendos como largas faldas, abrigos, capas, vestidos de noche, incluso vistieron sensuales uniformes.
Uno de esos cuatro artistas realizó con Laferte un perfomance durante la interpretación de La vie en rose. La cantante, a mitad del concierto, lo sentó en una silla, lo ató y luego se sentó sobre el hombre, quien vestía pantalón oscuro, pero desnudo del dorso brillaba con las perlas líquidas en su cuerpo. El público aplaudió y disfrutó con esa intervención, que se observó a detalle gracias al acercamiento que proyectaban las pantallas a los costados del escenario.
La noche de ensueño, catártica y con mucho arte visual, que es otra faceta de Mon Laferte, se observó en el escenario, convertido gracias a la magia de los videos –la mayoría en tonos grises, blancos y negros– en marco de pintura, en un teatrito o en el mismo cielo, con infinitas nubes, o bien, múltiples ojos observando a los presentes. Una escultura femenina, en color rojo, con la cara boca abajo y una mano fuera del cuadro visual siempre estuvo en el mismo lugar, como testigo mudo de todo el espectáculo que duró más de dos horas.
El éxito de Mon Laferte ha sido todo un parteaguas en la escena musical mexicana, y su gira Autopoiética Tour 2024 se ha convertido en una de las más aclamadas porque ha deleitado corazones desde su inicio. En el recinto de Reforma, desde que apareció la figura de Laferte, el público la ovacionó, pero el grito al unísono fue como un gran rugido.
Así de cobijada, la intérprete comenzó el abundante repertorio con el tema Tenochtitlan, como preludio de un festín musical donde se cantó, por supuesto, al amor y desamor, a la tristeza, a la alegría, a la metamorfosis, a la autopoiética, a los deseos, a lo sexual, a los recuerdos, a la mujer, a los cobardes, a los amantes suicidas, así como aquellos que ya se fueron, tanto física como mentalmente.
Siguieron en el repertorio Te juro que volveré y Obra de Dios (su canción lanzada de manera independiente), pero después combinados con diversos elementos, músicos, géneros y baile, incluso con movimientos corporales de la misma Laferte, el público gozó con Tormento, Aunque te mueras por volver, Antes de ti, Flaco y Mi buen amor, que se escuchó a todo pulmón en cada punto del recinto.
Con Préndele fuego, 40 y MM, Pornocracia, Calaveras, La mujer y Por qué me fui a enamorar de ti, la chilena-mexicana se movió con naturalidad en una amplia variedad de géneros, desde influencias que cultivó cuando era una adolescente en su natal Viña del Mar, hasta lo que le ha enseñado México, su segundo hogar desde 2007, el cual la cobijó para lanzar sus primeros discos de manera independiente.
En la otra mitad del fastuoso concierto, resonaron las tristezas, la poética y los amores con Se me va a quemar el corazón, Funeral, El cristal, La trenza y La danza de las libélulas, donde la acompañó su amigo y colega Manuel García, en esa letra que explora la nostalgia, el amor y aquello que se ha dejado en el pasado. Si tú me quisieras, Pa’ dónde se fue, El beso, Amárrame, El mambo, Mew Shiny, A crying diamond y la infaltable Tu falta de querer, coronaron con la aclamación del público la noche de Mon Laferte en el Auditorio Nacional.
La cantante ha lanzado ocho álbumes que han sido el resultado de la experimentación, así como de vencer el miedo al ensayo y error, como Desechable (2011), Tornasol (2013), Mon Laferte Vol. 1 (2015), La Trenza (2017), Norma (2018), Seis (2021), 1940 Carmen (2021) y Autopoiética (2023).
Su gira, donde rompe con los convencionalismos, continuará mañana en las Fiestas de Octubre, en Guadalajara, Jalisco; el 31 en Poliforum en León, Guanajuato; el 2 de noviembre en El Domo de San Luis Potosí; el 23 de noviembre en La Quinta Vergara en Viña del Mar; el 26 en Panamá; el 28 en San Salvador; el 30 en Puerto Rico y continuará en 2025 por otros países de Latinoamérica.