El Gran Premio de la Ciudad de México es la fiesta de Sergio Pérez. ¿Quién puede discutirlo? Pero este año tuvo un invitado adicional que despertó las expectativas de la multitud, que desborda cada año el Autódromo Hermanos Rodríguez, con la presencia de otro mexicano, Patricio O’Ward, como piloto en las prácticas libres para McLaren había mayor interés entre el público.
Desde horas antes, los contingentes de aficionados que lucen las prendas de Red Bull y Checo Pérez como señas dominantes, caminaban apresurados para llegar a las prácticas libres donde el mexicano O’Ward estaría en el monoplaza que conduce Lando Norris. Dos mexicanos en el mismo circuito no es algo común.
Si alguien podía ejercer ese rol de piloto de prácticas en el Gran Premio de la Ciudad de México era Pato O’Ward. Conoce bien el Autódromo Hermanos Rodríguez, donde logró tres podios cuando compitió en la Fórmula 4.
O’Ward ya sabía cómo se comportan en general los monoplazas en esta altura de la Ciudad de México, donde los vehículos tienen menos resistencia que la hacen como ha dicho “una pista resbalosa donde batallan los motores con la temperatura”. Además, probaría un piso nuevo en el auto de Norris que necesitaba probarse en esta pista donde los bólidos tienen menos resistencia aerodinámica por desplazarse a casi 2 mil 300 metros de altura sobre el nivel del mar.
Y Pato cumplió con su misión de piloto de pruebas. Estuvo cerca de los más rápidos antes de que apareciera la primera bandera roja cuando apenas habían transcurrido cinco minutos.
Veinte minutos después hubo un choque fuerte cuando Alex Albon (Williams) golpeó la parte delantera izquierda del Ferrari de Bearman y terminó estrellado contra el muro.
Al terminar la primera práctica libre, George Russell (Mercedes) fue el más rápido con 1:17.998, seguido por Carlos Sainz (Ferrari), Yuki Tsunoda (RB) y Max Verstappen (Red Bull), en ese orden. Los mexicanos Checo Pérez (Red Bull) y Pato O’Ward terminaron en 10 y 13, respectivamente.