Barcelona ya no está invicto en este arranque de temporada con la derrota sufrida este jueves ante AS Mónaco (2-1) en el Stade Louis II, en el estreno de la etapa de Hansi Flick en la UEFA Champions League 2024-2025, donde el equipo blaugrana sí pierde y sigue sufriendo, como en los últimos años, pagando además de forma muy cara unos errores defensivos que no se habían visto hasta ahora en esta campaña.
Todo lo bueno que tenía este Barça de Flick en LaLiga EA Sports, que domina con cinco victorias en igual número de jornadas y con muy buen juego, no se vio en Mónaco. Para nada. Al contrario, este Barça se pareció mucho al de Xavi, al de Koeman, quizá hasta al de Setién que se estrelló contra el Bayern Munich de Flick. ¿Lo mejor? Que el partido fue extraño y que el Barça lo empezó con la expulsión temprana de Eric Garcia.
Lamine Yamal, con su gol y algún destello más, fue de lo poco que se salvó en una noche aciaga para Raphinha, que terminó el partido pese a errores muy vistosos. Flick quizá tardó en mover ficha, y lo hizo tras recibir el 2-1 y con su equipo físicamente agotado. Paradigmas de este estreno en ‘Champions’; lo mejor de este nuevo Barça se dio a la inversa.
Pero es que en Mónaco todo salió al revés. En el 11′ Eric Garcia, que formaba el doble pivote con el joven Marc Casadó, de nuevo muy bien, fue expulsado al tocar por detrás a Minamino tras el regalo de Marc-André Ter Stegen, que le dio el balón a un Eric que no lo quería, con el japonés pegado a su espalda.
Una noche errática, de despertar a fantasmas del pasado. Una noche a olvidar o, mejor, de la que aprender mucho. El Mónaco ganó el trofeo Joan Gamper este verano (0-3) y confirmó su buen inicio de temporada volviendo a superar a un Barça que mostró su peor cara y que, en inferioridad, perdió por la mínima. Argumentos a los que acogerse, igual que a ver de nuevo a Ansu Fati jugando o confirmar que Lamine Yamal, hasta cuando toca pocos balones, tiene gol.
Mal estreno y mal arranque del nuevo Barça de Flick en la ‘Champions’, pero queda un mundo por delante en esta ‘Champions’ con nuevo formato de ‘liguilla’. No sumó puntos, no pudo coger mejores sensaciones ni trasladar el modo apisonadora de LaLiga a Europa. Todo lo contrario, pero hay margen de mejora y, visto lo visto en Liga, este Barça fue un espejismo.
Fue, de algún modo, un oasis a la inversa; fue pasar un pequeño desierto en medio de un verde pasto. Y se vio el primer gol de Lamine Yamal, se supone que el primero de muchos, en la Liga de Campeones. Pero jugar con uno menos desde el minuto 11 fue demasiado para este Barça que, con tantas bajas como tiene, tuvo que tirar de unos revulsivos para muchos desconocidos; Gerard Martín y Sergi Domínguez.
Todo se terció al poco de empezar, cuando Ter Stegen le dio un balón envenenado a Eric Garcia, en corto y con Minamino al acecho. El japonés se anticipó, el central catalán intentó recuperar el balón pero su entrada por detrás le costó la roja directa, en la frontal del área. Cambio de guión. Como cuando Ronald Araujo fue expulsado en la vuelta de los cuartos de final contra el PSG cuando todo estaba de cara y propició la remontada gala.
Poco después de quedarse con uno menos, el Barça tuvo una de esas ocasiones que no se pueden desaprovechar; y menos con este escenario de inferioridad. Robert Lewandowski peleó un balón y se hizo con él, asistió a Raphinha y este, con campo libre para encarar a Köhn, se durmió y permitió que Singo le robara el balón antes de que siquiera pudiera pensar en el hueco a elegir para intentar marcar.
Y encima, tuvo consecuencias peores. Porque 3 minutos después, Akliouche recibió un balón inofensivo que él convirtió en oro; en gol ‘abre latas’. El Barça, con 10 y abajo, se veía obligado a una remontada complicadísima. Y es que Akliouche demostró que, cuando las cosas empiezan raras, pueden enrarecerse más todavía. Se fue contra toda la defensa blaugrana, recortó y tiró entre tres jugadores y nadie tocó ese balón que se coló enganchado al palo izquierdo de Ter Stegen.
Necesitaba una chispa de magia el Barça, que estaba desilusionado, desinflado tras el varapalo doble en forma de roja y gol en contra. Y ahí estaba la varita mágica de Lamine Yamal para, en la primera contra en la que pudo hacer de las suyas, controlar el balón fuera del área, encarar a Kong y batir al meta monegasco por su palo corto. Aire y esperanza para un Barça necesitado.
Ese gol de Lamine hizo cambiar el signo del partido. El Barça creyó en poder rascar algo del Stade Louis II y, pese a que el AS Mónaco tampoco renunciaba a nada, Alejandro Balde remató mal un balón que le cayó franco dentro del área tras un rechace provocado por un tiro previo de Robert Lewandowski. Nuevo partido, con idas y venidas, cuando minutos atrás el Barça parecía estar dormido y vendido. Eso sí, susto grande incluido cuando el Mónaco marcó, pero con Singo en claro fuera de juego.
Pero tras el descanso todo empeoró. El Barça pudo aprovechar alguna otra contra, sí, pero no lo hizo. Los errores iban a más a medida que crecía el desgaste físico –lógico, ante un Mónaco tan fuerte y en superioridad numérica–. Y pese a que Lamine Yamal vio el desmarque desde campo propio de Raphinha y le envió un balón largo, al brasileño le costó llegar y, cuando lo hizo, tenía ya enfrente al portero del Mónaco, que estuvo muy acertado para cortar bien el intento de autopase del blaugrana.
El ‘capi’ Ter Stegen intentó compensar su error inicial y alguna imprecisión más con buenas paradas, como sacando las dos manos y su vuelo a relucir ante un disparo lejano de Vanderson, o con una férrea mano al estilo de balonmano en un misil que recibió desde dentro del área. Pero no pudo hacer mucho más ante, George Ilenikhena solo ante él tras un error de marca de Iñigo Martínez, que no cubrió al delantero. Este, fresco tras entrar desde el banquillo, encaró a Ter Stegen para, pese a que el alemán tocó el balón, batirle y poner el definitivo 2-1.