El precursor de este televisor en el catálogo de Samsung, el modelo OLED S95C, fue uno de los mejores equipados con un panel orgánico de cuantos llegaron a las tiendas en 2023. Su matriz QD-OLED de segunda generación le permitió aventajar con claridad a su predecesor, el modelo OLED S95B, tanto por su capacidad de entrega de brillo máxima como por su fiabilidad y resistencia a la retención de imágenes estáticas.
El protagonista de este análisis juega en otra liga. En el artículo de primeras impresiones que le dedicamos en marzo os adelantamos que el modelo OLED S95D incorpora una matriz orgánica QD-OLED de tercera generación que es capaz de entregar aún más brillo que el ya de por sí muy luminoso panel del S95C. El brillo importa, especialmente al reproducir contenidos HDR, pero no lo es todo. Y sí, el mejor televisor OLED que ha fabricado Samsung hasta ahora tiene mucho más que ofrecernos. Agarraos fuerte.
Si nos ceñimos a su diseño y su acabado este televisor es esencialmente idéntico al modelo del año pasado. Sus marcos son finos y su peana central es relativamente poco voluminosa, pero muy pesada. Su panel posterior es de policarbonato, pero el bajo índice de termoconductividad de este material no es un problema. Y no lo es debido a que la cobertura de vidrio que se responsabiliza de proteger el panel y minimizar los reflejos se encarga también de disipar la energía térmica residual de la matriz orgánica.
Por otro lado, el procesador NQ4 AI Gen2 que nos entrega Samsung junto a este televisor es un chip muy interesante. Y lo es debido a que, según esta marca, trabaja con 20 redes neuronales para afrontar el proceso de escalado cuando la señal entrante tiene una resolución inferior a la nativa del panel. También se responsabiliza de ejecutar los algoritmos de procesado de la imagen y de optimizar el sonido, y su NPU (Neural Processing Unit o Unidad de Procesamiento Neuronal) es cuatro veces más rápida que la integrada en el procesador del modelo QLED Q70D de 2024. Suena bien. En el apartado dedicado a la calidad de imagen comprobaremos si este chip realmente está a la altura.
Como he mencionado unas líneas más arriba, la peana central que nos entrega Samsung junto a este televisor es muy pesada. En los dispositivos de 65 pulgadas o más siempre he preferido optar por pies laterales, pero reconozco que los 10,1 kg de peso de esta base garantizan la perfecta estabilidad estructural del panel. Además, las peanas centrales nos ofrecen una ventaja frente a los pies laterales que merece la pena que no pasemos por alto: nos permiten colocar el televisor sin problema sobre una superficie comedida. Si entra la peana y el mueble es robusto no tendremos ningún problema aunque sea menos ancho que el televisor.
El módulo Slim One Connect que nos entrega Samsung junto a este televisor es muy compacto, aunque, eso sí, aglutina una dotación de conexiones muy completa. Una buena noticia: las cuatro entradas HDMI implementan la norma 2.1, algo que a estas alturas me parece imprescindible en un televisor prémium.
El módulo Slim One Connect puede instalarse sobre la parte posterior de la peana si preferimos que no se vea y no ocupe espacio adicional
Este fabricante también ha resuelto bien la conectividad inalámbrica al dotarlo de Wi-Fi 5 y Bluetooth 5.2, aunque habría sido una buena idea que contase con Wi-Fi 6, como otros televisores de esta marca. Un apunte importante: este módulo de conexiones puede instalarse sobre la parte posterior de la peana si preferimos que no se vea y no ocupe espacio adicional.
Cambiando de tercio, Tizen OS, el sistema operativo que nos propone Samsung en sus televisores más avanzados desde hace muchos años, es marcadamente continuista. Cada revisión incorpora algunas mejoras y pequeños cambios en la interfaz, pero, en mi opinión, y es solo una percepción estrictamente personal, le vendría bien un lavado de cara un poco más intenso. Aun así, me gusta.
Es razonablemente intuitivo, su estética me parece agradable y nos permite llevar a cabo cualquier tarea con bastante agilidad (aunque en algunos momentos adolece de ralentizaciones). Sea como sea ahí va una pequeña confesión: mi sistema operativo favorito ahora mismo es Google TV por su simplicidad y por la rapidez con la que lo lleva a cabo todo cuando se ejecuta sobre un SoC razonablemente capaz.
Durante mi primera toma de contacto con este televisor en marzo de este año me di cuenta de que su reproducción del color estaba ligeramente mejor resuelta que en el OLED S95C del año pasado. Y sí, después de probarlo a fondo durante dos meses puedo confirmar que el S95D sale de fábrica mejor calibrado que su predecesor. La diferencia no es abismal, pero es perceptible. Y se agradece.
Me parece importante porque soy consciente de que la mayor parte de los usuarios no tiene una sonda y el software necesarios para llevar a cabo una calibración profesional. Sea como sea lo realmente relevante es que a pesar de que soy muy tiquismiquis podría disfrutar mucho este televisor sin necesidad de tocar su calibración original en los modos de imagen adecuados para cine.
El mando a distancia que nos entrega Samsung junto a este televisor está fabricado utilizando un 28% de polietileno reciclado. Además, al igual que el mando Eco Remote de los tres últimos años, incorpora un pequeño panel fotovoltaico que nos permite cargar la batería utilizando tanto luz solar como luz artificial, aunque también se puede cargar a través del puerto USB-C que integra. Un último apunte interesante: según Samsung la vida útil de la batería de este mando a distancia es de al menos siete años, por lo que coincide con la vida promedio de un televisor actualmente.
Para poner a prueba la calidad de imagen de este televisor recurrí a algunas de las películas en Blu-ray Disc y Blu-ray 4K que suelo utilizar, entre las que merece la pena destacar ‘Oppenheimer’, ‘Dune’, ‘El renacido’, ‘La llegada’, ‘Interstellar’, ‘Blade Runner 2049’ o ‘Spider-Man: Lejos de casa’, entre otras. También utilicé contenido de Netflix y YouTube que conozco muy bien.
La siguiente fotografía del panel la tomé utilizando mi microscopio digital, y en ella podemos ver con claridad la distribución en rombo de los subpíxeles RGB de la matriz orgánica. Este patrón es muy diferente al que emplean los paneles W-OLED que produce LG, y en el que hemos indagado en infinidad de ocasiones en otros análisis, como, por ejemplo, el del modelo OLED C3 de LG.
Un apunte muy interesante: la geometría de los subpíxeles de la matriz QD-OLED de tercera generación de este televisor es ligeramente diferente a la del panel de segunda generación del modelo S95C del año pasado. Los subpíxeles de este último son rectangulares, mientras que los del S95D son cuadrados. Curiosamente, los de este último se parecen mucho a los del OLED S95B de hace dos años, aunque, eso sí, la nueva cobertura antirreflejos del S95D nos permite identificar los subpíxeles con más nitidez que nunca.
Una de las grandes bazas de la tecnología QD-OLED tanto frente a los televisores con panel W-OLED como a los modelos LCD LED de última generación es la riqueza y la precisión con la que reproduce el color. Si nos ceñimos a la colorimetría este televisor de Samsung roza la perfección. La matriz QD-OLED es capaz de cubrir prácticamente el 100% del espacio de color DCI-P3, lo que unido a la mejor calibración de fábrica con la que me he encontrado en un televisor de esta marca permite al OLED S95D sobresalir en este ámbito. Además, el procesado de imagen consigue inhibir con mucha eficacia el ruido de alta frecuencia.
Otra cualidad de este televisor que merece la pena que no pasemos por alto es la profundidad de sus imágenes, aunque el mérito se lo reparten a partes iguales el panel y el procesado de imagen. Además, el nivel de detalle que consigue recuperar este último en las regiones en sombra es altísimo. Más, en mi opinión, que en las zonas más iluminadas de cada fotograma. En este terreno probablemente está actuando uno de los nuevos algoritmos de inteligencia artificial que han puesto a punto los ingenieros de Samsung. Un apunte más: el escalado a 2160p desde señales 1080p es extraordinario. Quizá el mejor resuelto que he observado hasta ahora.
Estamos comprobando que Samsung ha hecho bien los deberes, pero, curiosamente, todavía no hemos indagado en la prestación más espectacular del S95D: es el televisor OLED más luminoso del mercado. Cuando Samsung lo presentó a principios de este año un técnico de esta marca me aseguró que la matriz era capaz de entregar picos de brillo de 3.000 nits. La unidad que he analizado no alcanza esa cifra porque, con toda probabilidad, Samsung ha reducido la entrega de brillo en los televisores que han llegado a las tiendas para minimizar la probabilidad de que se produzcan quemados. Aun así, el S95D entrega algo más de 1.600 nits en una ventana que ocupa el 10% de la superficie del panel. Es una auténtica bestialidad para tratarse de un televisor OLED.