La obra del escritor Jorge Luis Borges, cuyo 125 aniversario se cumple hoy, está más vigente que nunca; incluso, algunas de sus vertientes han ganado en el mundo mayor fuerza en años recientes, dijo Rafael Olea Franco, especialista en el poeta y crítico argentino.
El autor del libro Borges en México: Un permanente diálogo literario (El Colegio de México), editado recientemente, explicó a La Jornada que aunque muchos aspectos del narrador hace décadas eran visibles, otros han estado arriba en fechas recientes, lo que demuestra su enorme ventaja de tener una obra muy diversificada. Por eso la seguimos leyendo y buscando contenidos y significados.
Como parte de la conmemoración de Borges (1899-1986), en Argentina se repartirán 300 mil poemas. En Buenos Aires, particularmente en su barrio natal, Palermo, se desarrollarán conferencias, proyecciones, visitas guiadas, mesas redondas, talleres de lectura y tertulias poéticas. En España se realizarán otros tributos al autor argentino, como un recital poético en la Universidad de Murcia.
Entre las vertientes que han ganado fuerza, detalló Olea Franco, está el interés de Borges por “las cuestiones de la historia; en algún momento se llegó a decir que él estaba desligado de ella, sobre todo, con relación a Hispanoamérica y nuestra cultura. No es así, realmente estaba atento, si bien sus características físicas, sobre todo la ceguera de la etapa madura de su vida, le impedían estar al tanto.
“Curiosamente, ha habido coincidencias de la obra de Borges, por ejemplo, con el desarrollo de las series televisivas sobre vikingos, que el narrador desde la década de 1930 venía rescatando. Era gran admirador de la sagas islándicas, y escribió sobre ellas; incluso, en el libro Antiguas literaturas germánicas hay esa presencia.”
El doctor en lenguas romances añadió que “la persistencia de series y películas que hablan de los mundos paralelos, viajes en el tiempo y demás, es muy borgiana. Ha ayudado a esta permanencia de Borges, no digamos la fractalidad, cuya idea ya está en su obra; por ejemplo, en aquel mapa de Inglaterra que él decía era tan preciso que contenía la idea del mapa dentro del mapa y así sucesivamente.
Es una literatura que, de modo distinto, puede seguir diciendo algo a los lectores, y eso se refleja en que no sólo los escritores tengan esta relación con su obra, sino más amplios grupos de lectores. Durante décadas, sobre todo al principio, se dijo que era un escritor para escritores; han pasado los años y ahora lo es también para muchos lectores, por fortuna.
El profesor investigador del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México, quien ha escrito también El otro Borges: El primer Borges afirmó que la característica principal del autor de Ficciones es que es un pensador, lo cual “explica no sólo su vigencia en el ámbito hispanoamericano, sino mundial.
“Reflexiona sobre el yo y el tiempo, y encarna ese pensamiento en los textos mismos. Aspectos filosóficos como la paradoja de Zenón de Elea está puesto en funcionamiento narrativo en el cuento La muerte y la brújula: la posibilidad de dividir de manera infinita una mitad en otra mitad.
“La cuestión del yo, algo que le preocupó mucho y es de actualidad en nuestra cultura. Borges tiene muchísimos textos en los que juega con ella, y con el otro que se encuentra consigo mismo. En uno muy curioso, titulado Veinticinco de agosto, 1983, aborda la idea de ese encuentro con otro yo en el sueño. Había prometido suicidarse en la fecha de su cumpleaños; es decir, un 24 de agosto, y llega el 25 de agosto; no lo hizo.”
Olea refirió que la virtualidad del escritor se nota en su recepción: “Michel Foucault, en Las palabras y las cosas empieza diciendo que lo que lo llevó a escribir ese libro fue un ensayo de Borges. Tenemos otros homenajes: Umberto Eco en El nombre de la rosa. Tiene gran difusión”.
México y el escritor
La relación del sudamericano con México tiene un momento importante en los años 40. Cuando el poeta y crítico Xavier Villaurrutia reseñó Ficciones (1944) y agradeció un libro de imaginación, donde lo que se dice en el texto no está basado en una percepción de una realidad cotidiana inmediata, sino que es pura imaginación, contó Olea Franco.
Significó una renovación, que tenía que ver también con algo que detectó el muy joven José Emilio Pacheco, quien recordó su experiencia de la segunda mitad de 1950, y dijo que Borges le había enseñado que las otras literaturas pueden servir de alimento de la literatura propia, lo que se llamó después la relación intertextual.
El Premio Nacional de Ensayo Literario Alfonso Reyes 2003 relató que podría decirse que el alumno más destacado de Borges fue Pacheco, “pero Juan José Arreola desarrolla temas paralelos y se puede ver una confluencia muy fuerte. Ahí hay una gran influencia y la importancia de la definición de un modo de escritura. Eso sucede también con Carlos Fuentes.
“Fuentes dice que al leer a Borges, en los años 40, en Argentina, decidió su vocación literaria, y que podía escribir en español. Con Juan Rulfo y con Octavio Paz la relación es muy distinta. Lo que intenté ahí (en Borges en México: Un permanente diálogo literario) fue un estudio distinto: no podía partir de declaraciones de Rulfo, pero sí de los indicios de que formó parte del primer grupo de jaliscienses que leyeron a Borges y de que en su biblioteca había varias obras de él.
Con Octavio Paz, continuó el académico, hay un diálogo que llamo inconcluso, porque fue intermitente y tuvo altibajos. Los dos son escritores extraordinarios, maravillosos, pero a veces hubo diferencias que tuvieron que ver con su forma de ver la literatura.