No es nueva la frase que asegura que los hombres son simples, mientras que las mujeres son complicadas y difíciles de entender. Entonces, ¿por qué muchas mujeres no comprenden el comportamiento masculino? El presentador y humorista estadounidense Steve Harvey asegura tener la respuesta: “Los hombres tratan a las mujeres como ellas se hacen tratar”, ¿será esto cierto o es una cuestionable forma de pensar que responsabiliza al género femenino de los actos de violencia de género?
Harvey escribió Código SeXcreto, un manual divertido, y con algunos toques sarcásticos, fruto de sus años como locutor de radio en los que afirma haber escuchado a muchas mujeres “perdidas, que necesitan una voz que les guíe y que les ayude a lidiar con todo tipo de trucos y engaños que practican los hombres para tener éxito en el amor”. Lejos de intentar convertirse en un tratado, este libro pretende ser un juego para que, aunque no llegue a ser una auténtica enciclopedia sobre la complejidad masculina, al menos robe una sonrisa a todo el que lo lea.
Los hombres necesitan tres cosas
“Las mujeres son seres complicados, necesitan muchas cosas. Muchas. Y esperan que un hombre se las dé aunque no le haya dicho cuáles son, y aunque eso que necesitan y desean ahora sea diferente a lo que necesitaban y deseaban hace cinco minutos”, ironiza Harvey en su libro. “De hecho -prosigue- para que una mujer sea feliz es necesario convertirse en cuatro hombres: un viejo que la abrazará y la dará consuelo, sin sexo, porque no podrá; un feo que hará todo lo posible por ayudarla, llevar los niños al colegio, hacer la compra, lavar el coche; el semental, ya sabes para qué, y el gay, para charlar todas las horas que quiera”, y aún así, “no es garantía de éxito”, puntualiza divertido.
Sin embargo, añade, los hombres son mucho más simples y sólo necesitan que la mujer les dé tres cosas para ser felices: apoyo, lealtad y sexo. En otras palabras, que Harvey con toooda su experiencia evidentemente no logró entender que ambos géneros necesitan lo mismo. El problema estaría en aclarar qué es lo que se entiende en cada rubro.
El comediante repite una cantaleta algo gastada: los hombres han sido educados para soportar muchas responsabilidades: desde pequeños se les enseña a no llorar cuando se caen, a levantarse del suelo y comportarse “como hombres”. Según este comediante, sin ninguna formación en psicología y, evidentemente, con un nulo conocimiento de relaciones interpersonales sanas cree que al género masculino se les enseña a ser fuertes, y por eso, de vez en cuando es importante recordarles lo que valen. “A los hombres les gusta impresionar, y sentirse interesantes, esto les impulsa a dar más”, asegura Harvey.
Cono no puede citar ningún estudio, comenta una anécdota personal: “Cuando era pequeño, todos los domingos me arreglaba, me ponía el traje, mi padre me cortaba el pelo para ir a misa, y cuando me veía mi madre, siempre me decía lo guapo que estaba. Interioricé el mensaje: si me cortaba el pelo y me vestía bien, mamá me haría un cumplido y yo saldría con los hombros atrás y la cabeza en alto”, recuerda con ilusión. Es así como, a partir de lo que el creyó que significa la palabra “apoyo”, se aventura a creer que el tooodo el género masculino busca sentirse de la misma manera del mismo modo. En otras palabras se trata de una observación personal que al generalizarse, termina por ser un argumento simple y pobre.
La lealtad es el segundo punto indispensable en una relación, explica Harvey, que una mujer demuestre que está orgullosa de su hombre. “Es importante, por ejemplo, que cuando vayan caminando y vean a otro hombre guapo, alto, con estilo, nos aprieten la mano y nos digan desde el fondo del corazón, no quiero a ninguno de esos, para mí sólo tú importas”, comenta. “Bueno -puntualiza-, aunque no sea del todo cierto, es lo que deseamos oír”. Por lo visto, al señor Harvey le hace falta un diccionario, porque una cosa es la lealtad, otra el aprecio (que puede hilarse a los sentimientos de orgullo) y algo muy distinto es servir como “refuerzo a la estima” de tu compañero de vida. Por separado, cada punto es válido, pero evidentemente no son lo mismo. Vaya, vaya, señor Harvey, quizá la falla no está en considerar que los hombres son simples, sino en expresar de manera simple y burda sus deseos.
Y por último, el tercer elemento que todo hombre necesita es el sexo, no hay nada en el mundo que les guste más y sin lo que puedan vivir porque para los hombres, el sexo es su forma de vida, “es tan necesario como el aire que respiran”. “Esas son las tres cosas que necesitamos. Si una mujer le da estas tres cosas, el hombre estará dispuesto al día siguiente a ir a la guerra a luchar por ella”, señala Harvey. El analisis simplista del comediante no considera la atracción física, compatibilidad emocional y disposición sexual.
¿Cuándo un hombre quiere compromiso o diversión?
El autor dedica en su libro un capítulo en el que revela la táctica de los hombres a la hora de ligar con una mujer. Afirma que prácticamente desde el primer momento en que un hombre tiene contacto con una mujer ya sabe si ésta va a ser alguien con quien querrá comprometerse o si, por el contrario, se tratará de una relación pasajera y sin ningún futuro.
Harvey compara su forma de ligar con la pesca, pues un hombre -dice- “sólo pesca por dos razones: por diversión, es decir, para pescar un enorme salmón, luego hacerse la foto con él, presumir delante de sus amigos, y devolverlo al mar, o bien “para llevárselo a casa, rebozarlo, freírlo y comerlo”. ¡¿Conquistar a una mujer es el mismo proceso que pescar?! Esta patética analogía representa al hombre como cazador y a la mujer como una presa, y afortunadamente ha sido desacreditada por expertos en la materia.
Posteriormente, el comediante que es más famoso por haberse equivocado al nombrar a la ganadora de Miss Universo en 2015 que por cualquier chiste, procede a creerse con la capacidad de valorar a las mujeres diciendo que si una mujer no tiene reglas, no tiene compromisos, no exige nada en especial a los hombres que conoce, no pone límites ni tiene respeto por sí misma, un hombre comprenderá al momento que puede obtener lo que quiera, “en un principio estará contento porque ha conseguido lo que deseaba, pero no le ha costado esfuerzo, así que después de conseguirlo se irá”.
Si por el contrario, una mujer sabe perfectamente lo que quiere, no está dispuesta a dar su número de teléfono a la mínima, “no se entrega con facilidad y pone límites, los hombres sabrán que, si la quieren, tendrán que luchar”. “No es el hombre el que determina si eres un pez que devolverá al mar o si eres un tesoro que cuidará toda la vida: eres tú”, apunta. En este sentido, si se ríe de los límites que pone la mujer, si a menudo llega tarde sin avisar, si no presenta a su chica a sus amigos o a su familia o si su conversación es superficial?, Harvey da un consejo: “Olvídate, está de pesca deportiva y no quiere nada serio”. Resumir el tratado machista de Harvey es replicar un discurso en donde las víctimas de engaños, vejaciones, mutilaciones violaciones son las culpables de su destino. Algo, que a todas luces: NO ES CIERTO.
Las mujeres no somos un pescado. Las mujeres también deseamos apoyo, lealtad y sexo… y, afortunadamente, cada vez son más mujeres y hombres los que buscan tener relaciones sentimentales sanas, creadas a partir de la responsabilidad afectiva, alejándonos de patrones tóxicos que impliquen posesión, sumisión y estigmatización.