Desde 2013, el saxofonista clásico estadunidense Timothy McAllister (1972) ha estrenado el Concierto para saxofón, de John Adams, en varios países alrededor del mundo. Lo hará por novena ocasión los días 27 y 28 en la sala Nezahualcóyotl, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM), bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto. Será la primera vez que el solista se presenta en México.
Es una reprogramación, ya que, originalmente, McAllister tocaría la obra con la dirección de Prieto y la orquesta Grand Rapids Symphony, en octubre de 2022, en Michigan. Sin embargo, la primera mañana del ensayo me enfermé de covid y se tuvo que cancelar nuestra actuación. Me dio mucha tristeza. Carlos Miguel había trabajado muy duro en la preparación, cuenta el músico a La Jornada.
El Concierto para saxofón es una obra de relevancia para McAllister, al igual que City Noir, también de Adams –con el saxofón de protagonista– porque estrenarla dio origen a su relación y amistad. Interpretar City Noir alrededor del mundo lo llevó a descubrir “lo que trataba de comunicar en lo que llamo ‘un nuevo sonido americano para el saxofón’, que se inspira por lo clásico y el jazz. Aunque el Concierto no es música de jazz, rinde homenaje a los destacados saxofonistas de este género que John tenía en el oído”. El padre de Adams fue clarinetista.
A McAllister le costó trabajo encontrar el sonido correcto para la pieza: Cada vez que le preguntaba a John, me decía que quería algo que sonara a la mitad entre el jazz y la música clásica. Fue un bello reto. A final de cuentas transformó mi pensamiento acerca de la música estadunidense, ya no se puede definir exactamente qué es al ser una mezcla de tantas culturas. La música clásica contemporánea en particular puede ser casi cualquier cosa; es decir, inspirada por el jazz, el rock o lo popular.
El Concierto para saxofón es una gran obra en la medida en que explora la amplia gama de posibilidades del instrumento.
“A lo largo de la pieza se escuchará tanto música de la era del swing como aquella que tal vez sea más vanguardista. Casi se escuchan melodías al estilo crooning, es decir, Frank Sinatra.
Escucharla da la impresión de una gigantesca y salvaje improvisación; sin embargo, cada nota, cada ritmo, cada descanso, cada frase, es meticulosamente anotada por John. Esto constituyó otro reto, ya que se trata de una obra difícil; entonces, tocar a la perfección requirió, y requiere, de mucha energía e intensidad. Incluso, no sé si es posible tocarla a la perfección. John escribió una obra que inspira a trabajar muy duro, tanto el solista como la orquesta.
Interpretación y reto físico
En cuanto a su interpretación, Mc-Allister siente que en cada actuación “siempre lucho por algo más de mí mismo. No la he tocado a la perfección. Podría ser cualquier cosa: una pequeña nota que no respondió exactamente como quería o quizá tuve una noche off y mi entonación no se mezcló bien con la orquesta.
A veces se necesita una relación muy especial con el director para lograr una interpretación conjunta. No toda relación es perfecta; entonces, se vuelve una especie de estira y afloja. Esto no es el caso de Carlos Miguel Prieto, quien, aparte de flexible, es un director profundo y considerado.
Para McAllister, el Concierto para saxofón es una obra que aumentó su resistencia a lo largo de los años: “Cuando lo aprendí, sentí el desafío de la dificultad física de interpretar este concierto de 30 minutos, que se toca casi sin parar. Me condicionó para enfrentarme a obras de igual duración. Muchas veces los conciertos de instrumentos de viento son más cortos que los de piano o de violín. Éste es uno de los primeros conciertos de viento que empieza a tener algo de profundidad y alcance que tal vez escuchemos en un concierto de violín, por ejemplo.
En años recientes, más compositores se han inspirado por escribir conciertos para mí similares en cuanto a duración y dificultad. La obra de John empezó todo esto.
Siempre había esa frontera bochornosa
McAllister creció tocando jazz que de alguna manera es parte de la identidad natural del saxofón. Sin embargo, su mayor pasión fue “promover este instrumento en un entorno clásico sinfónico, y tratar de hacerlo algo mucho más común en una sala de concierto. Así que una pieza como ésta me permite recurrir a la experiencia temprana en el jazz de manera que lo convierte en algo rico y sinfónico.
“Es una pieza que se alimenta de la historia del saxofón utilizado como un instrumento clásico del jazz. Por ejemplo, la manera en que Leonard Bernstein lo empleó en Amor sin barreras, o que compositores como George Gershwin escribieron para ello. Siempre había esa frontera borrosa entre lo clásico y el jazz. El Concierto de John le habla a esta historia de cómo se empleaba al saxofón.”
Miembro del Cuarteto PRISM, McAllister siempre ha sido defensor y promotor de la música contemporánea.
Es raro que en un concierto de orquesta las obras sólo sean de autores fallecidos.
En seguida, se refiere al legado asombroso que surge de México cuando pensamos en compositores como Gabriela Ortiz, una de mis favoritas, de quien sería un sueño comisionar una pieza algún día. Agrega, ella ya ha escrito música maravillosa para saxofón; sin embargo, no ha escrito un concierto.
La sala Nezahualcóyotl se encuentra en Centro Cultural Universitario, Universidad Nacional Autónoma de México (Insurgentes Sur 3000).