En la penumbra de un escenario atemporal emerge con fuerza una voz femenina, llevando consigo el eco de cuatro historias marcadas por la resistencia y la lucha.
La creadora escénica y actriz Lizeth Rondero exhorta al espectador a confrontarse con la vida de un grupo de mujeres tachadas de locas que fueron encerradas por desafiar los rígidos paradigmas de una sociedad machista.
El unipersonal Por temor a que cantemos libres inició temporada en el Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart), donde se desplegó un mosaico musical de relatos impregnados de verdad histórica.
Con dirección artística compartida con el dramaturgo Felipe Rodríguez, Lizeth Rondero tejió una narrativa que mezcla teatro contemporáneo y cabaret, brindando un espectáculo intenso, conmovedor y divertido.
“Este unipersonal está inspirado en casos reales de mujeres encerradas en los denominados ‘depósitos de esposas’, figura jurídica empleada en la Nueva España para recluir a mujeres que solicitaban el divorcio”, explicó Rondero (CDMX, 1981) en entrevista con La Jornada.
En el escenario, la también codirectora artística, productora y cantante interpreta a Mauricia Josefa, doña María Gertrudis, María López y Trinidad Ruiz, personajes que, aunque arraigados en un pasado aparentemente distante, resuenan con las luchas actuales de las mujeres mexicanas.
Cuando comencé el proyecto tenía muchas ganas de entender cómo se construye o cómo fue el devenir de la mujer, el constructo social del ser mujer en México, añadió Rondero.
Su investigación la llevó a descubrir la apasionante historia de la locura y del encierro femenino, y al encontrar en los anales de juicio casos de mujeres rebeldes, encerradas con el pretexto de la histeria, cuando en realidad sufrían de depresión u otros males provocados por los estereotipos de género.
Quería personajes que tuvieran la necesidad de encontrar estrategias para librar los paradigmas sociales de su tiempo. Así, la obra se convierte en un homenaje a la resiliencia y a la capacidad de las mujeres para transformar su entorno, incluso desde los confines de su encierro.
La dramaturga sostuvo que no buscaba heroínas trágicas que terminaron muertas, sino mujeres que, a pesar de las adversidades, lograron sobrevivir.
Conexión directa con la audiencia
La estructura del espectáculo es híbrida. Los personajes narran sus historias con la profundidad del teatro contemporáneo, mientras el cabaret, personificado por una cantante de ese género (Lizeth Rondero), interrumpe para hablar directamente a los espectadores con sarcasmo e ironía, cuestionando los roles de género y la libertad como virtud intrínseca del ser humano.
Este recurso me permite una conexión más directa y emocional con la audiencia, al utilizar música y canto como medios para introducir ideología y filosofía de manera accesible y entretenida, puntualizó la actriz graduada con honores de la carrera de literatura dramática y teatro.
Espero que la gente se lleve una reflexión sobre la libertad intrínseca de hombres y mujeres como personas, como agentes de derecho. Es importante visibilizar por medio del teatro la multiplicidad de experiencias vitales que implica ser persona.
Lizeth Rondero sorprendió a los asistentes cuando invitó a un par de espectadores a unirse a ella en algunas escenas del montaje. Esta interacción añadió un toque de espontaneidad y diversión, aunado a que reforzó el mensaje de la obra sobre la importancia de romper paradigmas machistas y dar voz a las mujeres.
El público, conmovido y entusiasmado, vivió momentos de complicidad y reflexión, al destacar la creatividad y sensibilidad de Rondero para involucrarlo en la narrativa.
La artista no sólo dio voz a las mujeres del pasado, sino que también iluminó las luchas actuales al convocar a los presentes a cuestionar, empatizar y, sobre todo, a cantar libres de cualquier temor.
Auspiciada por la compañía Teatro de los Sótanos, Por temor a que cantemos libres tendrá funciones los jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 y domingos a las 18 horas (excepto el 21 de julio) en el Foro de las Artes del Cenart (Río Churubusco 79, colonia Country Club Churubusco, alcaldía Coyoacán, Ciudad de México).
Las entradas cuestan 150 pesos; los miércoles hay descuento de dos por uno y los jueves los boletos se venden en 30 pesos.