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‘De grillos y chicharras’: nadie es dueño de todo

Se dice que las chicharras llaman a la lluvia. Algunas llegan este fin de semana, junto con unos grillos, al Centro Nacional de las Artes (Cenart) para cantar ópera y narrar cómo un incendio arrasó con su hogar y que, a pesar de que ambos insectos son muy diferentes, en lugar de pelear pueden compartir un mismo territorio

Se dice que las chicharras llaman a la lluvia. Algunas llegan este fin de semana, junto con unos grillos, al Centro Nacional de las Artes (Cenart) para cantar ópera y narrar cómo un incendio arrasó con su hogar y que, a pesar de que ambos insectos son muy diferentes, en lugar de pelear pueden compartir un mismo territorio. 

Catalina Pereda, actriz y directora artística, conversó sobre la obra De grillos y chicharras: Breve ópera migrante, la cual hace una fábula con estos bichos sonoros, que son de dos pueblos distintos que se enfrentan. 

Como sociedad adultocentrista, pensamos que tenemos que proteger a los niños de los temas difíciles, cuando en realidad ellos están en el mundo, los viven y los ven, pero nadie se los explica. No debemos temer exponerles los problemas que pasan, opina la autora. 

La también directora de la compañía Ópera Portátil observa que muchos alguna vez se han cambiado de casa, de escuela o de trabajo, como las chicharras que se ven obligadas a migrar. Son situaciones que a todos nos afectan, pues el desplazamiento es el problema global más grande que tenemos. 

Sentimos que no hay que ser condescendientes con nuestra juventud. Al contrario, más bien hay que darle las herramientas para enfrentar el mundo. Un poco nuestra idea ha sido hacer arte, pasarla bien, pero también convocar. Y las artes escénicas lo hacen de forma muy particular, porque estamos todos de manera presencial, lo cual, con tanta pantalla, se pierde un poco, tenemos la oportunidad de ir a una sala a sentarnos a ver una obra y al salir tener un montón de preguntas para ponernos a conversar y pensar de manera crítica sobre los temas, añade. 

Catalina Pereda dijo que muchos mexicanos son hijos de migrantes; por ejemplo, el compositor es hijo de exiliados españoles; yo, de un exiliado uruguayo. Nuestras identidades están cruzadas por la migración. 

La actriz resalta que todo está contado con mucho humor y a través de la música, que es lo bonito de la ópera. De grillos y chicharras es para toda la familia; obviamente, con un enfoque infantil, pero los adultos leen otras capas más complejas. 

Con las cuatro funciones de este sábado y domingo a las 12 y 14 horas, en el Teatro de las Artes, se inicia el ciclo La Ópera es Puro Cuento… ¡Y el Teatro y el Circo También!, en el Cenart (Río Churubusco 79, esquina con Tlalpan). 

Además de cuatro cantantes que dan vida a los insectos, en escena la música en vivo la ejecuta un cuarteto integrado por violín, chelo, flauta y clarinete, con la dirección musical de Jomi Delgado y la dirección escénica de Daniela Arrojo. 

Musicalmente, es muy rica, porque tiene breves guiños a óperas clásicas, pero también con muchas sonoridades, con diferentes ritmos, como una habanera, un son cubano y otro veracruzano, o texturas de música contemporánea. Dos compositores crearon las partituras: Marcela Rodríguez y Jomi Delgado, un hombre y una mujer de distintas generaciones y estéticas, perfecto para esta obra donde se abordan dos culturas que se enfrentan. 

La ópera fue creada en pandemia, mientras algunos de la compañía vivían en Morelos, donde observaron que antes de la lluvia las chicharras suenan de forma impresionante. El libreto es de Pedro Antonio García, que leyó mucho al filósofo anarquista Pierre-Joseph Proudhon, quien reflexiona sobre la propiedad privada y en qué momento se nos ocurrió poner barreras y no dejar entrar al otro. 

Individualismo, problema de todos 

El público se acerca a cuestiones como la destrucción del hábitat, el desplazamiento forzado y propiedad privada, “tema instalado en la infancia como centro, aunque no pareciera. El niño empieza a hablar y dice: ‘mío, mío, mío’. Es como la manera de diferenciarnos ante el mundo exterior”, expresa Pereda, quien interpreta a una cigarra. 

“Pedimos a los pequeños que compartan mientras nosotros tenemos el mismo problema: ‘mi casa, mi coche, mi país, mi pueblo’. No dejamos que los demás se inmiscuyan. Está muy en el centro de nuestro tipo de vida occidental moderno. 

“Es un problema que nos atañe a todos, sabemos de esta crisis global migratoria o de la guerra en Palestina, que todos estamos viendo ante nuestros ojos que no cesa y se ha convertido en un genocidio tremendo, porque algunos dicen: ‘este territorio es mío’. De raíz hay algo de apropiarnos del mundo, cuando en realidad somos parte de un hábitat más grande que nosotros. Justo esa es la visión que intentamos dar: nadie es dueño de todo, sino hay que pensar de otro modo”. 

La compañía Ópera Portátil celebra su décimo aniversario y finaliza en el Cenart una gira con la que recorrió la República Mexicana desde principio de este año. Ocurrió algo especial con las funciones en la frontera sur, en Tapachula y Tux-tla Gutiérrez, Chiapas, así como en albergues de Ciudad Acuña y en Piedras Negras, Coahuila, adonde los llevó el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, con el fin de llevar la ópera a sus centros. 

Está lleno de niños que han tenido que salir desplazados de sus países. Cantamos a ellos y a sus familias. Para nosotros, fue una experiencia muy conmovedora y muy fuerte; nos enseñó muchísimo. Antes, también acudieron con la obra a algunos albergues alrededor de la ciudad. “Fue impresionante ver cómo están rebasados y cómo estamos poco sensibilizados. 

Una vez que una persona ve la obra, la temática le queda resonando en la cabeza. Eso es lo bonito del arte, que te mueva algo y de pronto empiezas a ver la vida de manera distinta. 

Los sonidos de los grillos y las cigarras culminan una trilogía operística protagonizada por los pequeños animales. “Nos empezó a cautivar el mundo de los insectos desde que hicimos nuestra primera ópera, Apoidea, que es sobre una abeja, porque son bichos muy sofisticados y, por otro lado, muy parecidos a nosotros. 

“Las abejas se organizan para hacer sus colmenas; las hormigas tienen sociedades bajo la tierra. La segunda obra fue sobre luciérnagas, nos dimos cuenta de que había una gran diferencia entre machos y hembras, porque ellas no volaban; entonces, también hablamos un poco sobre la diferencia de género. 

Cada insecto tiene particularidades muy locas, cada uno es un universo, son fascinantes, con construcciones de gran sofisticación. Al final, nos espejeamos también como seres humanos, concluye la compositora.