El libro de ensayos Dinero y escritura (Sexto Piso), de Olivia Teroba, explora la relación existente y la que se desearía entre estos dos elementos, así como la problemática que surge cuando la creación literaria se vuelve una mercancía.
En entrevista con La Jornada sobre el título que aborda la economía personal, los premios y la presencia del cuerpo y las herencias familiares en la literatura, la autora habló del cuidado de quien escribe, el deber ser y la valorización de la escritura, el descanso necesario y la realidad del trabajo literario.
Teroba (Tlaxcala, 1988) comentó que el dinero tiene que ver “con qué tanto una puede construirse un espacio para escribir y dedicarse a esto en una sociedad donde la escritura no se valora económicamente y siempre hay que buscar otras maneras de mantenerse.
El dinero es como un mal necesario en esta sociedad, porque así funciona; dentro de esos límites es un símbolo de estatus, pero también hay sensaciones que tienen que ver con tener o no tenerlo, como la seguridad en el futuro, la confianza y determinadas certezas.
La narradora añadió que se debe pensar en escritores y artistas que recibían cuidados de sus familiares y en que algunos murieron en la miseria. Un mito alrededor de la escritura, que me interesa replantear o considerar ilógico en la actualidad, es que el sacrificio puede valer la pena; es decir, que se pueda sacrificar la salud mental, el tiempo o el cuerpo por la obra, pensando que quizá será algo trascendente.
En su caso, comentó que a veces pregunta a los alumnos de sus talleres cómo quieren que sea su escritura, algo que ella misma se cuestionó: “Qué quiero escribir, qué quiero decirle al mundo, cómo se lo voy a decir, cuáles son mis capacidades y hasta dónde llegar para seguir expresándome.
“Es saber el tipo el literatura que hago, la idea que tengo de quién puede querer leerme e ir desmontando mitos como el del éxito, que a veces relacionamos con los números de cuánto se ha ganado en un libro y que no necesariamente implica que haya un trabajo literario.
Es entender que así es y que cada quien va a escribir para donde quiera apuntar, pero en mi escritura intento que ésta dialogue con la literatura. Estar consciente de ello es una de mis herramientas para lidiar con lo que sigue después de escribir.
La ensayista refirió que su literatura está vinculada con su cuerpo, lo cual responde a las herramientas que utiliza para escribir e investigar. “Es el corpus del que yo me alimento, lo que más me nace escribir y más se me facilita porque llevo tiempo explorándolo. En un mundo ideal los libros podrían existir independientemente de sus autores”.
Sobre el deber ser de la literatura, comentó que sería ideal tener una retribución justa por el trabajo que implica hacer un texto, para lo que el mercado mexicano no está listo del todo, en un oficio que se recarga en la obligación de hacer relaciones, de estar presente en las discusiones, de hablar de ciertos temas y no de otros.
Contrastó que la literatura es un acto de libertad y la idea de escribir fuera de esto también debería estar permitida. Yo escribo en una relación muy cercana a mi contexto y a mi cuerpo, pero creo que hay quienes podrían no hacerlo y de todas formas están construyendo una suerte de diálogo dentro de su propio tema y características.
Reconoció que se plantea que es un recordatorio de que somos cuerpos que escriben y necesitamos cuidado y una parte de éste es el descanso. Volvemos a la idea de lo que debe ser un artista: una figura de sacrificio. Creo que se puede pensar de otra manera, que como todos los trabajos consideremos para nosotros mismos hora de entrada y de salida y el pago de horas extras.
Teroba reconoció “que la escritura permea a todos los aspectos de mi vida, pero mi propuesta es estar consciente de en qué momento es desgaste y permitir al cuerpo desconectarse, más bien pensar contra la idea de la productividad constante o del mérito.
Creo que eso puede ser todo una poética, pero la pregunta sería hasta qué punto es una intención de decir algo o simplemente es satisfacer una necesidad del mercado. Estas reflexiones las pongo aquí para que cada quien las medite, o sea, yo tengo mis respuestas pero la idea es cómo abrir el diálogo.
En torno a la idea del escritor referente y reverenciado, la autora de Respirar bajo el agua mencionó: “Me parece algo tan mítico como un cuento, algo que en algún punto existió, pero que por sí sólo es insostenible. Habría que preguntar quién limpia la casa del escritor mítico y se encarga de las labores de cuidado.
Por ejemplo, en el caso de Tomás Segovia e Inés Arredondo, donde ella se encargaba de los hijos, podemos notar en el volumen de la obra quién tenía más tiempo para escribir. Tiene que ver el género. La figura de un autor que se pueda sostener por sí mismo y tenga la genialidad podría existir, pero habría que preguntarse a costo de qué o de quién escribe, concluyó Olivia Teroba.
El libro de ensayos Dinero y escritura será presentado por su autora y la narradora Dahlia de la Cerda, el martes 2 de julio, a las 19 horas, en La Increíble Librería (Juan de la Barrera número 112, colonia Condesa).