Antioxidantes, antiinflamatorios, previenen el cáncer y las enfermedades cardiovasculares… Son algunas de las propiedades que se atribuyen a los flavonoides. Estos compuestos están presentes en muchos alimentos vegetales y sus beneficios para la salud son indudables, pero aún queda mucho por conocer sobre su potencial en la prevención de patologías. Conviene tener presente que ningún alimento actúa por sí solo o de forma aislada, sino en el contexto de un patrón nutricional y de estilo de vida.
Para empezar, existen múltiples tipos de flavonoides. “Son metabolitos que se producen en grandes cantidades en vegetales: son más de 1.000 compuestos químicamente diferentes”, expone Carlos Gutiérrez-Merino, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Extremadura. Pertenecen a otro grupo más amplio, el de los compuestos fenólicos, que son productos del metabolismo secundario de las plantas y, tal y como señala María González, presidenta del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de Galicia (Codinugal), “contribuyen al color, sabor y olor de los alimentos vegetales”.
En un primer momento se les denominó vitamina P, pero finalmente se descartó esta nomenclatura porque difieren significativamente en sus fórmulas químicas y en sus funciones. Todavía se pueden encontrar referencias a la vitamina P pero, según asevera Gutiérrez-Merino, “los textos académicos más rigurosos y fiables sobre vitaminas no reconocen a los flavonoides como vitaminas”.
Los innumerables flavonoides que existen se suelen clasificar en seis familias principales: flavanonas, flavanoles, flavonas, flavonoles, antocianidinas e isoflavonoides.
Alimentos ricos en flavonoides
Estos compuestos se encuentran en múltiples alimentos de origen vegetal. “Principalmente en frutas, verduras y hojas (para preparar tés)”, comenta Gutiérrez-Merino. “También están muy enriquecidos en flores utilizadas para preparar algunas infusiones y productos cosméticos”.
Esta es una lista no exhaustiva de alimentos ricos en flavonoides:
Cebolla.
Espárragos.
Lechuga roja
Col.
Alcachofas.
Tomate.
Apio.
Brócoli.
Fresas.
Arándanos.
Uvas.
Naranjas.
Frutos secos.
Cacao.
Té.
El vino y la cerveza también contienen flavonoides. “Sin embargo, no recomendamos su consumo debido a su contenido en alcohol”, resalta González.
Efectos antioxidantes y antiinflamatorios
Se ha investigado mucho sobre los efectos de los alimentos ricos en antioxidantes y diversos estudios muestran que las personas que consumen frutas y verduras de forma habitual tienen una menor incidencia de ciertas enfermedades. Según explica la presidenta del Codinugal, los flavonoides “funcionan como antioxidantes ejerciendo un papel importante frente a los fenómenos de daño oxidativo, reduciendo los radicales libres e impidiendo las reacciones catalizadoras de éstos”.
No obstante, el catedrático de Bioquímica de la Universidad de Extremadura matiza que estos compuestos “no tienen un poder antioxidante directo significativo (poder antioxidante químico) a las bajas concentraciones que se alcanzan en las células y tejidos del ser humano tras la ingesta de alimentos ricos en flavonoides”. Sus efectos como antioxidantes celulares se deben “a que son inhibidores de procesos bioquímicos y metabólicos que producen especies reactivas del oxígeno en los tejidos,que son las principales responsables del daño oxidativo celular”, alega el experto.
Otra característica destacable de los flavonoides es su acción antiinflamatoria. “Hay muchos estudios científicos sólidos publicados sobre este aspecto, tanto en modelos animales como en humanos”, revela Gutiérrez-Merino. Es más, se cree que “podrían ser beneficiosos para prevenir o atenuar los procesos inflamatorios asociados a la Covid-19, que son particularmente agudos en los casos más graves”.
Beneficios para la salud
Los efectos beneficiosos de los flavonoides para la salud dependen, entre otras cosas, de la cantidad que se ingiere y del tipo de flavonoide. Su acción también es modificada por las técnicas de cocinado de los alimentos que los contienen. “La capacidad antioxidante de los flavonoides se ve reducida cuando son sometidos a procesos de calor, especialmente calor húmedo -por ejemplo, el hervido-”, indica González. También hay que tener en cuenta el tiempo de cocción: “A mayor tiempo de cocción, mayor pérdida de compuestos fenólicos”.
Otro aspecto que complica todavía más la evaluación de sus beneficios es que la concentración de flavonoides varía en función del alimento y algunas especies vegetales contienen varios tipos de estos compuestos. “Es un tema complejo porque la combinación de varios flavonoides puede tener efectos sinérgicos o antagónicos o, simplemente sumar sus efectos independientes”, relata Gutiérrez-Merino. “Además, lo que es importante no es que en un determinado alimento haya dos, tres o cuatro flavonoides, sino las cantidades relativas de cada uno de ellos, es decir, las dosis que se van a ingerir de cada uno”.
Por otra parte, advierte el bioquímico, hay que considerar “los niveles de contaminación de pesticidas y otros fitosanitarios tóxicos en los alimentos”. Si son elevados, “su potencial tóxico es mayor que el potencial beneficio para la salud de la ingesta de ese alimento”.
Toda esta complejidad lleva a que, al menos de momento, no se puedan recetar alimentos concretos ricos en flavonoides y en dosis específicas para prevenir el cáncer o enfermedades del corazón como el infarto de miocardio. Lo que sí se puede seguir afirmando es que el consumo habitual de frutas y verduras evita la aparición de numerosas patologías.