Titulares

“Me gusta ver y contar historias que transmitan miedo”: Luis Javier Henaine

Santiago (Harold Torres), es un reconocido fotógrafo de nota roja. Por azares del oficio se infiltra en una escena del crimen que sin saber bien a bien cómo, lo lleva a perder uno a uno cada sentido. Para revertir la maldición deberá buscar una solución que terminará por llevarlo al territorio de lo sobrenatural. 

Después de hacer dos comedias (Tiempos felices y Solteras), el realizador mexicano Luis Javier Henaine dirige Desaparecer por completo, una historia que lo mete de lleno en el género de terror y en donde además rinde homenaje al legendario fotorreportero, Enrique Metinides. 

Desaparecer por completo es una película distinta a tus trabajos anteriores, incluso esta creo que tiene una aspiración al cine de autor… 

Sé que juega más con otros géneros, la considero un thriller sobrenatural con elementos de horror. Siempre había querido hacer una película de este tipo, pero no se me había ocurrido nada por eso antes hice Tiempos felices y Solteras. Si bien éstas tienen unas pretensiones comerciales más definidas, el origen de las tres viene de una búsqueda autoral. Ninguna es de estudio, tanto el guion como el último corte estaban autorizados por mí, pero es verdad ahora nos enfocamos a hacer una película interesante y acorde al guion de Ricardo Aguado-Fentanes. 

Al margen de la historia, hay un homenaje al fotógrafo de nota roja, Enrique Metinides… 

Ricardo comentó que desde la secundaria o prepa se obsesionó con la nota roja, por eso a la hora de buscar un personaje insensible para la historia primero pensó en un médico y después en un fotógrafo, que fue quien finalmente se quedó. Una vez que definió que la nota roja tendría un lugar importante nos parecía imposible no referirnos a Metinides, y a otros como Witkin. Quisimos emular algunas de sus fotos en pantalla. 

¿Cómo surgió la idea de la condición que padece el protagonista? 

Fue idea de Ricardo Aguado-Fentanes, el guion lo comenzó a trabajar hace más de veinte años. Tenía una conocida que vivía cerca de Catemaco y le contaba historias de embrujos, entre toda la información se le ocurrió incluir la brujería a partir de una infección. Así fue como llegó al punto de un personaje que no tiene ningún sentido. Más adelante, un amigo me comentó de un pariente que hizo un embrujo y a partir de entonces se quedó ciego, es decir, la historia es la suma de una serie de elementos. 

¿Qué te gusta del cine de género? 

Me gustan los efectos que produce, me gustan las películas que me afectan y remueven. El terror perturba e inquieta, por eso me interesa. Cada vez es más difícil que una película me asuste por eso mis favoritas siguen siendo las de los setenta, El exorcista o El resplandor, La profecía. 

Pese al terror cotidiano, en México este género gusta bastante, ¿por qué? 

Dice Stephen King que los monstruos o los recursos del terror varían de acuerdo con el momento social. México hoy vive una dualidad curiosa, por un lado, es un país muy violento y por otro tenemos mucha belleza y cosas buenas. El estado en que vivimos hace que queramos ver una comedia o una película de terror, al final lo que buscamos es distraernos. La adrenalina genera cierta satisfacción. 

Otra lectura va por el lado de que cada vez normalizamos más o nos escandaliza menos la violencia. 

Justo ese juego es el que se propone con el protagonista: es un personaje tan insensible a su vida diaria que se dedica a algo muy macabro y denso, a partir de esa condición pierde los sentidos. Al final es un reflejo del país, vivimos un poco en ese estado. 

¿Es difícil hacer carrera dentro del cine de género? 

Siempre ando detrás de la historia correcta, es mi género favorito junto con la comedia. Me gusta ver y contar historias que transmitan miedo. Hacer una película en México es muy difícil, pero ya dentro del juego hacer una película de terror no es tan complicado porque el nicho está ahí.