La escritora colombiana habla de su novela ‘La perra’, misma que recién circula en México.
“En mi caso, me volví totalmente adulta hasta que me convertí en madre”, reconoce la colombiana Pilar Quintana (1972). Poco antes de ganar del Premio Alfaguara en 2021 por Los abismos, la escritora había escrito La perra (Alfaguara), un libro fundamental en su trayectoria no solo porque fue la primera novela con que se colocó en el panorama de la literatura latinoamericana, sino porque, además, le permitió un primer acercamiento a asuntos como la maternidad, una de sus grandes obsesiones.
La obra nos muestra a Damaris, una mujer incapaz de tener hijos y envuelta en una compleja relación de pareja descubre al adoptar una perra los sabores y sinsabores que implica cuidar a un ser vivo. A partir de su historia Quintana construye una reflexión que no pierde vigencia y, por el contrario, gana más y más lectores, al punto que por fin y con algunos años de retraso se edita en México.
Recién llegó a México La perra, una novela que si bien publicaste hace algunos años, fue la que te colocó en una dimensión global. ¿Qué relación tienes con el libro?
Ha sido una relación larga e impensada, últimamente los libros tienen una vida muy corta, pero llevo seis años ininterrumpidos hablando de La perra. Me parece asombroso que una historia pequeña y con una protagonista de la periferia del país tenga ese impacto. Damaris es una mujer negra, entrada en años, con sobrepeso y además no ha podido tener hijos, a pasar de que lo ha deseado toda la vida.
¿A qué atribuyes el impacto del libro?
No lo sé, en países muy lejanos sigue conectando. El semestre pasado estuve en Japón y durante las presentaciones del libro la gente compartió de una manera muy abierta eventos dolorosos sobre tener hijos y sobre las expectativas de las madres, supongo que La perra conecta porque plantea la pregunta, ¿queremos ser padres o madres?, ¿y qué padres o madres seríamos?
¿Esa pregunta fue uno de los resortes para escribir la novela?
Sí, yo fui la típica persona que nunca quiso tener hijos hasta ya vieja. A los 39 me separé de mi primer esposo y después empecé a pensar que habría sido lindo tener un hijo, por supuesto pensaba que mi vida ya estaba acabada y que no podría tenerlo, pero estaba en un error, ni mi vida se había acabado y además tuve un hijo. No generalizo, pero en mi caso creo que me volví una verdadera adulta hasta que me convertí en madre. Cuando estalló el movimiento MeToo y las nuevas olas feministas, se habló mucho del derecho a la mujer a no tener hijos y eso está bien, pero qué sucede o quién habla de aquellas que sí quieren tenerlos, pero no pueden conseguirlo. Se habla de poco de eso porque estamos educados para hablar de lo exitoso de la maternidad, pero no de sus fracasos o sus lados oscuros.
Ese ha sido un tema que te ha acompañado, posterior a La perra publicaste Los abismos, novela con que ganaste el Premio Alfaguara, y que precisamente trata esa parte oscura.
Durante mi adultez joven, es decir, en la primera mitad de mis treintas, se decía que si quería ser escritora no podría ser madre porque eran actividades incompatibles. Ahora no solo las compagino, sino que la maternidad me conectó con unos temas literarios que no había descubierto, por eso creo que tengo mucho que decir al respecto. Todavía a principios del siglo XXI se decía que la literatura femenina no tenía alto vuelo literario porque hablaba de temas que afectaban solo a las mujeres, y uno de esos temas era la maternidad, pero gracias a los movimientos feministas hoy se mira a la literatura sin tanta misoginia.
¿Dirías que La perra llegó en el momento justo?
Así es, llegó justo cuando la literatura de las mujeres se empezaba a mirar desde otro lugar. La perra fue una novela oportuna y eso ayudó a que fuera leída por más lectoras. Me pregunto qué hubiera sucedido si hubiera aparecido a principios de este siglo, tal vez se le hubiera visto como un trabajo menor.
Un tema que toca la novela y del que ahora también se habla desde el feminismo, es el cuidado, no solo como madre sino en relación con los animales.
Sí, es una novela sobre el lugar que ocupan las mujeres en la sociedad, pero también explora nuestra relación con las mascotas. Cuando era niña nadie soñaba con hacer una fiesta de cumpleaños a su perro o gato, a quienes se les consideraba especies que no debían ser cuidadas emocionalmente; a medida que nuestra sociedad se ha vuelto más individualista y las personas más solitarias y sin ganas de tener hijos, nuestras relaciones con los animales se han vuelto entrañables, hoy se les ve como miembros de la familia y se les trata como tal.
¿De qué manera novelas como La perra y Los abismos te han servido para reflexionar sobre tu propia maternidad, tanto como hija como madre?
La literatura siempre me ha servido para reflexionar sobre mi entorno y mis propios actos, de modo que desde luego me ha ayudado a entender muchas cosas, entre ellas que no hay maternidad perfecta y que no tiene porque serlo. Siempre ha habido escritoras que han abordado estos temas, el cambio está en los lectores, ellos son quienes las están mirando desde otra perspectiva.
Incluso dentro de los movimientos feministas no se hablaba tanto de la maternidad.
Sí, pero hoy estamos en un punto de quiebre, ahora la estamos desmitificando. Mi exsuegra, la madre de mi exesposo, fue feminista en los sesenta y me contaba que cuando tenía la regla fingía sentirse bien para no mostrar debilidad. La lucha de los movimientos feministas actuales ya está desmitificando estos asuntos.
¿Con qué autoras contemporáneas dialoga La perra?
Me encanta un libro de Samanta Schweblin llamado Distancia de rescate; me gusta La dimensión desconocida, de Nona Fernández, me parece ejemplar por su forma de hablar de la violencia. Me encantan Casas vacías y Ceniza en la boca, de Brenda Navarro, es una voz muy fresca y coloquial. Sigo el trabajo de Fernanda Melchor y Mariana Enríquez. Sigo a autoras mayores, pero poco conocidas como Elisa Mujica, una gran autora desconocida, Soledad Acosta Samper o Sara Gallardo, son autoras clásicas y extraordinarias.
¿De volver a escribir La perra ahora, te habría salido igual?
No lo sé, porque la que escribió ya no soy yo, más bien trataría de mirar con respecto a esa que fui.