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A 100 años de su muerte, Kafka es uno de los literatos más influyentes del siglo XX

A 100 años de la muerte del autor checo Franz Kafka (1883-1924), su obra escrita en alemán y traducida a varios idiomas aún es considerada una de las más influyentes de la literatura del siglo XX, ya que aportó un nuevo mecanismo narrativo: el relato simbólico, caracterizado por el absurdo, la ironía y la lucidez en un mundo de sueños que tiene un toque de realismo minucioso. 

Su trabajo fue conocido de manera póstuma, gracias a la feliz desobediencia del periodista Max Brod, su amigo íntimo y quien decidió no respetar las disposiciones testamentarias de Kafka al pedirle que quemara sus escritos, cartas y dibujos. 

El 3 de junio se cumple su centenario luctuoso y ya se anunciaron varias actividades para conmemorarlo, entre ellas, la editorial española Galaxia Gutenberg lanzará en febrero la novela Soy Milena de Praga, de la escritora checa Monika Zgustova, quien estudió la figura de Milena Jesenka, una traductora que conoció a Kafka en 1919 con el fin de solicitarle su autorización para traducir al checo su relato El fogonero (1913). Fue el inicio de una apasionada correspondencia entre ambos que duró dos años (de 1920 a 1922), la cual está reunida en el libro Cartas a Milena (1952). 

El mismo sello editorial también publicará en mayo las Cartas de Kafka, que comprenden el periodo de 1914-1920 y son la continuación del primer tomo, que abarca de 1900 a 1914, donde se podrán leer textos dedicados a sus novelas, diarios y narraciones cortas. 

De igual manera, Alianza Editorial presentará dos estuches, uno con la obra novelística La metamorfosis reunida en dos volúmenes, y el otro es una invitación a descubrir a Kafka a través de sus relatos y aforismos. Además, en el ámbito cinematográfico, la directora polaca Agnieszka Holland estrenará Franz en la República Checa, donde aborda la vida del autor e integra escenas de sus libros. 

Nacido en Praga, en el seno de una familia de comerciantes judíos, el 3 de julio 1883, Franz Kafka se formó en el ambiente cultural alemán. Fue el mayor de seis hermanos, aunque los otros dos varones murieron de niños, suceso que le causó muchas culpas, según expresó a lo largo de su obra. 

Debido a los países de origen de su familia, dominaban las lenguas checa y alemana. Estudió derecho en la Universidad Alemana de Praga, por imposición de su padre, quien era de carácter irascible y autoritario. En 1906, Kafka encontró un trabajo en una empresa de seguros, donde no estaba satisfecho, por ello, meses más tarde pasó a laborar en el Instituto de Seguros de Accidentes, el cual, pese a no cubrir sus expectativas, le permitía disponer de tiempo para responder a sus inquietudes artísticas, como la pintura, y su gran pasión, la escritura. 

En 1912, Kafka tomó conciencia de su vocación por las letras, así desarrolló su primera novela corta: Descripción de una lucha, relato de la vida de un joven apocado, asustadizo, inseguro y desarraigado, que vive en permanente conflicto consigo mismo y con todo lo que le rodea; la lucha a la que se refiere es personal y parece ser la sensación de un escritor primerizo en ese mundo caótico al que se enfrentaba; este texto se publicó en la revista Hyperion, que dirigía Franz Blei. 

Un año después, publicó su primer libro, Meditaciones, que reúne pequeños fragmentos de su diario en prosa, en el cual manifiesta su inquietud espiritual. Como escritor, Kafka no fue muy célebre en vida; sus siguientes obras eran reconocidas apenas entre su círculo de amigos y admiradores. 

El estallido de la Primera Guerra Mundial dio pie a una etapa prolífica, entre 1913 a 1919, en la que escribió la novela inacabada El proceso; La condena (1913); La metamorfosis (1915); El chofer, la cual incorporaría más adelante a El fogonero (1913); La colonia penitenciaria (1919), y Un médico rural (1919), integrada por 14 cuentos fantásticos. Sus textos fueron publicados de forma modesta en su natal Praga. 

Tarjeta postal que Kafka (sentado, segundo por la derecha) envió a sus padres con colaboradores y huéspedes del sanatorio Matlarnau. Foto tomada del libro ‘Franz Kafka: Los dibujos, publicado por Galaxia Gutenberg’ 

A sus 29 años, Kafka conoció a la escritora Felice Bauer, quien sería el amor de su vida; muestra de ello son las más de 500 misivas y tarjetas postales que se mandaron entre 1912 y 1917, y que se dieron a conocer por editorial Nórdica con el título de Cartas a Felice (1967). En abril de 1914 se comprometieron por primera vez, pese a que rompieron; volvieron en julio de 1917, pero la unión se disolvió tras ser diagnosticado con tuberculosis. El autor reconoció en una carta que jamás recobraría la salud, y así la relación terminaría para siempre. 

A lo largo de sus textos, Kafka revela las heridas abiertas que tenía con su padre, Hermann Kafka, pues siempre lo humilló y despreció, ya que lo consideraba un soñador y perdedor, pues distaba mucho del esquema de éxito que tenía. Por ejemplo, en su obra La metamorfosis, el protagonista, Gregorio Samsa, recibe un golpe violento de su padre con una manzana, la cual queda empotrada en su carne como una incrustación en el alma; mismo caso en La condena, donde Georg Bedemann es condenado por su progenitor a morir ahogado. 

A través de la ficción, el autor reflejaba sus experiencias personales e íntimas, transformaba su realidad cotidiana en sueños y pesadillas, en las que se asomaban sus inseguridades y miedos. En noviembre de 1919, redactó Carta al padre, donde cuenta su sentimiento de debilidad ante la autoridad suprema paterna, calificada de inalcanzable, impenetrable, imprevisible e implacable. 

Al agravar su enfermedad, se jubiló y mudó a una casa de campo, donde escribió El castillo (1922). Un año más tarde, conoció a su pareja, Dora Diamant, quien lo acompañó hasta su muerte. 

Kafka murió el 3 de junio de 1924 en el sanatorio de Wiener Wald, cerca de Viena, a causa de una crisis de tuberculosis. 

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