La historiadora y coautora, junto con Marta Lamas, de ‘Lo personal es político’, advierte que coyuntura electoral será una buena oportunidad para alcanzar acuerdos concretos en violencia de género.
¿Qué tiene que aportar el feminismo mexicano de principios de los setenta al debate actual? La respuesta está en Lo personal es político (Lumen), volumen donde la antropóloga Marta Lamas y la historiadora Ana Sofía Rodríguez Everaert recuperan algunos de los textos de entonces y los traen al presente.
El objetivo de la publicación es destrabar algunas discusiones entre los diversos feminismos, reconoce Rodríguez Everaert, y advierte que la coyuntura electoral supone una oportunidad para concretar medidas vinculadas al combate a la violencia de género.
¿Cómo fue el trabajo rastreo para este libro?
El trabajo de rastreo original lo hizo Marta Lamas. Son textos fundamentales del feminismo en la década de los setenta, la mayoría fueron escritos por mujeres, solo hay uno de un hombre y todos formaban parte del grupo El Movimiento de Liberación de la Mujer. Marta me invitó en calidad de historiadora para que juntas seleccionáramos los más ilustrativos de ese momento y que al mismo tiempo tuvieran relevancia para el presente.
¿Cómo dialogan esos textos con los movimientos feministas actuales?
Muchos de los textos dan cuenta de preocupaciones que siguen siendo fundamentales para el presente, como la liberación sexual, una posición crítica hacia la maternidad, la feminidad, el aborto, los espacios laborales, las formas de organización. Se han logrado cosas, pero hay pendientes que es útil recordar, pensemos en la relación de las mujeres con el capitalismo, los procesos de producción del mismo, la situación de las mujeres en el sur global.
¿Crees que falta diálogo entre los movimientos feministas de entonces con los actuales?
Sí, eso pasa con todos los movimientos sociales. Al calor de la lucha y enfrentando los retos del presente es normal no pensar en quienes nos antecedieron. Históricamente en el feminismo ha habido tensión entre distintas generaciones, no hay consenso en asuntos como la prostitución o la maternidad subrogada. Pero justo para destrabar algunas discusiones y demostrar que en realidad hay más acuerdos que desacuerdos, es que publicamos este libro.
Los feminicidios o la relación con las mujeres trans son temas actuales que en los setenta no estaban tan presentes en la agenda.
Es verdad, hay nuevas preocupaciones, pero algo que ha ocurrido es que debido a la situación de violencia el feminismo ha conseguido reunir a muchas más mujeres. Hoy es un movimiento de masas y esto se debe al reclamo común contra la violencia, aunque es verdad que no se ha traducido en demandas concretas. Tanto Marta como yo creemos que hace falta repensarlo. Se han pedido medidas punitivas o tipificar ciertos delitos, pero estas medidas no a terminan por atajar la violencia. Necesitamos construir una agenda que nos permita atajar el tema de raíz y creo que en las ideas feministas de los setenta hay cosas por retomar.
¿Qué ideas destacas?
La reflexión general sobre la relación entre el modelo económico y la actividad de las mujeres en general. El capitalismo aprovecha el trabajo doméstico no remunerado, se necesita fortalecer el estado de bienestar, socializar los trabajos de cuidados, respetar y ampliar los derechos laborales, combatir el modelo de desarrollo que permite la opresión de mujeres y hombres.
Uno de los temas más polémicos en este sentido es la prostitución.
Este debate es histórico y viene desde finales del siglo XIX. Unas lo ven como un trabajo que solo se explica por la absoluta explotación del cuerpo de la mujer atendiendo nada más los deseos sexuales de los hombres y consideran que se debe prohibir. Otras lo ven como un trabajo que existe sobre el cual algunas mujeres tienen libertad de elección, esta segunda postura no busca prohibirlo sino proteger a las trabajadoras sexuales para que puedan ejercer la profesión sin padecer abusos en el camino, esta es la postura de Marta Lamas y sobre la que ha hecho mucho trabajo antropológico. En lo personal, creo que las mujeres, como los hombres, venden su cuerpo en muchos sectores y hay muchas industrias que abusan y explotan el cuerpo de formas tremendas y que nos escandalizan menos, por ejemplo, lo que sucede en las maquilas. Tal vez lo que tendríamos que preguntarnos es ¿por qué el sexo nos escandaliza y que hay detrás de eso?
¿Qué tan alejados estamos de un ideal en términos de equidad?
Hay una conciencia mucho mayor de la desigualdad, las autoridades la reconocen y se han conseguido avances importantes en cuestiones como el aborto. La paridad es una realidad en México, pero hay batallas pendientes en temas como los cuidados. Creo que la coyuntura electoral será una buena oportunidad para alcanzar acuerdos concretos en este tema, respecto a la violencia o la precariedad.
¿Hay un diálogo entre los distintos feminismos latinoamericanos?
Sí, y esto es resultado de las redes sociales y los nuevos medios de comunicación. La nueva ola feminista ha sabido aprovechar esto y hay una suerte de acuerdo general ante la repulsión a la violencia, pero necesitamos más capacidad de diálogo y ganas de escuchar, necesitamos caber más y no menos.