Teo, un menor de 11 años, acompaña a su padre en la construcción de una máquina que busca hacer llover en una ciudad azotada por la sequía. La obsesión del inventor en su creación determina su relación con el entorno, empezando por su propio hijo, quien pronto comenzará a cuestionar a su papá.
Inscrita dentro del género de ciencia ficción, Tiempos futuros, es una película del realizador peruano Víctor Checa, que cuestiona la fascinación del ser humano por la tecnología al mismo tiempo que plantea una reflexión sobre la paternidad.
¿Cómo nace Tiempos futuros?
La historia nace del vínculo con mi padre y de una máquina que intentó hacer. Desde ese lugar empezamos a darle forma a la película, más tarde la aterrizamos al espacio particular de Lima, donde casi no llueve. Una vez que tuvimos esos elementos pensamos en el universo atemporal o distópico que planea la película, a su vez esta distopía es reflejo de la relación entre Teo y su padre.
De hecho, la relación entre padre e hijo es en función de la máquina.
Cierto, la relación padre e hijo es casi un género en sí mismo. La máquina es un personaje y eso nos obligó a cuidar mucho los aspectos visuales y sonoros. Nace como una especie de héroe, pero termina siendo todo lo contrario porque de alguna manera va poseyendo al padre.
De alguna manera también tiene un valor metafórico importante de nuestra época, donde dependemos muchos de las máquinas o la tecnología.
De acuerdo, un aspecto importante de Tiempos futuros, al menos así lo buscamos, es que te motive a escuchar. Y justo, lo vemos cuando el padre deja de escuchar al hijo, cosas tan básicas como un abrazo o un gesto de complicidad, todo eso se va perdiendo por su obsesión con la máquina.
Ese tipo de reflexiones han acompañado al cine casi desde su origen, pensemos en Metrópolis de Fritz Lang.
Me gusta mucha Fritz Lang y la forma en la que se refiere al futuro. La máquina de mi película es cercana a cuestiones industriales, pero tampoco la veo tan lejana de los riesgos que empezamos a ver en la Inteligencia Artificial, al final son máquinas que ponen en peligro ciertas características de nosotros como humanidad, vinculadas a prácticas elementales como relacionarse con el otro. La necesidad de saber si hay espacio para el humanismo durante el desarrollo tecnológico es algo que nos acompaña desde hace más de cien años.
De acuerdo, aunque son poco abordadas en el cine latinoamericano, ¿por qué?
No lo sé, cada vez hay más películas interesantes, sin embargo, creo que durante mucho tiempo se consideró al cine de terror o de ciencia ficción como un género menor. Sin embargo, películas como la mexicana Huesera o la literatura de Mariana Enríquez, nos demuestran que los géneros permiten vincularnos con expresiones más acordes que el realismo mismo. Los géneros amplían nuestra posibilidad expresiva sin dejar de lado el aspecto emocional. Cada vez nos estamos arriesgando más, pero es verdad que no podríamos hablar de una tradición de este tipo de propuestas.
Hay un elemento personal en la película, ¿Qué te dejó Tiempos futuros en términos de la relación padre-hijo?
Terminé la película y perdí a mi padre, falleció después del rodaje. La película me dejó un recuerdo de la relación que tuve con él, de alguna manera la parte final estuvo dentro del proceso de duelo. Me dejó tal vez, una sensación sobre lo importante que es vivir el presente con nuestros seres queridos, escucharlos; hay que encontrar el espacio para comunicarnos porque no sabemos qué va a pasar. Muchas veces nos obsesionamos con la idea del éxito o trabajo y dejamos de escuchar a quienes tenemos más cerca. Al final, Tiempos futuros nos deja una pregunta sobre cómo reparar la distancia cuando una relación se fractura.