La rebelión de pobladores de Texcapilla, Estado de México, contra sus extorsionadores de La Familia Michoacana, el viernes 8 de diciembre, dejó al descubierto que el temor de los habitantes por denunciar a sus agresores mantiene con bajas cifras delictivas la región que era controlada por Rigoberto de la Sancha Santillán, El Payaso, no sólo en el municipio de Texcaltitlán, sino también en otros aledaños.
Las cifras oficiales pintan una región pacífica. En Texcaltitlán, donde el hartazgo llevó a los pobladores a enfrentar y matar a El Payaso y sus sicarios, apenas se denunciaron ocho extorsiones, 11 homicidios, cuatro secuestros, siete casos de narcomenudeo y 175 robos en los últimos siete años, desde que la Familia Michoacana se estableció en la zona.
Pero la realidad salió a la luz en la última semana. Los pobladores han denunciado públicamente que ese grupo criminal les impuso un toque de queda, les roba sus animales de corral, establece el precio de los productos de la canasta básica, controla el comercio local de ganado y les cobra cuotas por hectárea de terrero y hasta por migrar a Estados Unidos.
Informes de inteligencia, tanto federales como estatales, señalan que La Familia Michoacana llegó a esa zona precisamente hace siete años y extendió su dominio a los municipios de Tejupilco, Temascaltepec, Coatepec de Harinas y Sultepec.
De acuerdo con testimonios de vecinos, antes de El Payaso ya había un líder de plaza que mantenía controlada la delincuencia común, pero les cobraba una tarifa.
“Cuando estuvo aquí ‘Arcelia’, sí vino haciendo una limpia, vino levantando al violador, al asesino, al ratero, pero qué fue lo que dijeron, queremos guardada la familia a las 7 de la noche, porque al que vemos en carretera le damos piso. Pero qué pasaba, nuestros pesebres amanecían vacíos, había dos o tres reses, se la llevaban”, comentó un campesino.
La rebelión de Texcapilla también evidenció el temor de las personas por denunciar ante las autoridades los crímenes cometidos por La Familia Michoacana, pues aún cuando la Secretaría de Seguridad Pública mexiquense reconoció que había habitantes desaparecidos, en la Fiscalía no se habían presentado denuncias.
En Tejupilco, en los últimos siete años se reportaron 40 extorsiones, 67 despojos, 57 casos de narcomenudeo, dos secuestros y 16 homicidios.
Sin embargo, entre los pocos asesinatos denunciados en este municipio se encuentran casos contra periodistas, ministerios públicos locales y agentes de la Fiscalía General de la República (FGR), además de ataques a civiles.
En Temascaltepec, las cifras también reportan poca incidencia en delitos como el robo, con 361 denuncias del 2017 al 2023, también se reportaron 58 casos de despojo, 11 homicidios, un secuestro y 19 carpetas de investigación por narcomenudeo.
Números muy similares reporta Coatepec de Harinas, con 402 robos, 19 casos de extorsión, 74 despojos, 65 asuntos de narcomenudeo, 31 homicidios y un secuestro.
El cártel de la Familia Michoacana y su líder apodado El Payaso, decidía la vida marital de los pobladores.
De acuerdo con un reporte de inteligencia de la Fiscalía del Estado de México en poder de MILENIO, Rigoberto de la Sancha Santillan, El Payaso, durante la pandemia prohibió a la población quitarse el cubrebocas, andar en la calle después de las 10 de la noche, y le advirtió a los hombres la prohibición de andar con dos mujeres o meterse con casadas; mujeres también aplicaba la misma regla.
El mismo criminal fijó el precio del kilo de huevo en 80 pesos, y la venta de los vasos y platos desechables entre 32 y 35 pesos por paquete. Nadie podía comprar alimentos fuera de estas poblaciones o de lo contrario serían golpeados como castigo.
En este documento también se hace referencia a los apodos que recibían las personas que eran privadas de su libertad por no querer colaborar con el grupo criminal. A las víctimas se les conocía como ardillas.
El Payaso era quien decidía si estos infractores a las reglas del cártel de la Familia Michoacana vivían o morían, si eran tableados o golpeados a patadas.