Titulares

Desarrollan modelo para detectar de manera más ágil bolsas biodegradables

Para cumplir de manera más ágil y económica con las normas que exigen que las bolsas de plástico que se usan en el país sean biodegradables y compostables, los investigadores María Neftalí Rojas Valencia y Érik Huidobro Medina, del Instituto de Ingeniería de la UNAM, desarrollaron un modelo mediante el cual pueden comprobar en pocas semanas si dichos artículos cumplen con los mencionados requisitos, utilizando para ello a dos especies de larvas. 

En entrevista, los especialistas –quienes se hicieron acreedores al tercer lugar del Programa para el Fomento al Patentamiento y la Innovación 2023 con dicho proyecto– explicaron que su investigación surgió en 2018, ante la aparición de diversas leyes y normas para que las bolsas de plástico sean biodegradables y no generen daños al medio ambiente. 

Hay una alarma sobre el tema, porque algunas bolsas son completamente de hidrocarburos y se llegan a degradar un poquito, pero también hay una modalidad que son oxobiodegradables, y ahí la preocupación aumentó, porque éstas se fragmentan en un mes, nada más con que les dé la luz, el aire y el sol, e incluso cuando permanecen guardadas, indicó Rojas. 

Dicha característica hace que surjan millones de pequeños fragmentos –o microplásticos– que luego son ingeridos por animales marinos, terrestres o aéreos, y cuando éstos a su vez son comidos por los seres humanos, dichos compuestos entran al cuerpo de las personas y pueden generar importantes daños de salud. 

Hay estudios científicos según los cuales los microplásticos pueden dañar a las mujeres embarazadas, alterando al feto, y ya se ha visto que pueden surgir enfermedades respiratorias. Algunos dicen que incluso puede haber problemas de cáncer, depende de la cantidad de colorantes de las bolsas, que tienen plomo, zinc o molibdeno, apuntó la investigadora. 

Ante dicho escenario, en 2020 comenzó en México la prohibición de las bolsas convencionales de polietileno y polipropileno, y apareció la Norma Mexicana 273, cuyo propósito es que las bolsas que quieran ser comercializadas como compostables y biodegradables cumplan con ciertos requisitos para obtener una certificación, terció Huidobro. 

Los métodos tradicionales para ello requieren de mucha energía, equipo y reactivos químicos, además de que tardan entre seis meses y dos años, por lo que los investigadores de la UNAM desarrollaron un método en el cual utilizan las larvas de dos especies de escarabajos (Tenebrio molitor y Zophobas morio) que se alimentan de las bolsas, para estudiar en las heces de esos insectos si esos plásticos se biodegradaron o no. 

El proceso de comprobación da sus primeros resultados a los ocho días, cuando puede verse que las larvas ya están comiendo el plástico, y concluye en su totalidad unos dos meses después, luego de que se hacen pruebas de desintegración, degradación química y ecotoxicidad. 

Una vez cumplidos esos requisitos, los fabricantes de bolsas pueden obtener los permisos y certificaciones necesarias para la venta de sus productos, sin tener que esperar tanto tiempo, lo que beneficia tanto al sector privado como al público, señalaron. 

Las larvas que son usadas para dichas pruebas, además, pueden ser eventualmente reutilizadas como alimento para otros animales. 

De acuerdo con Rojas Valencia, los métodos tradicionales de certificación de plásticos costaban hace un par de años unos 150 mil pesos, más otros 450 mil de la acreditación. Por ello, y ante la efectividad de su método, que puede llevarse a cabo sin reactivos, equipos sofisticados ni más energía, llama a los empresarios a que nos escuchen, que nos crean y vean nuestros resultados. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *