Bajo la premisa de que las oleadas migratorias mundiales son a las sociedades lo que la polinización y las abejas a la naturaleza, José Hugo Sánchez construyó «una fábula» para recordarnos que somos primordialmente criaturas vivas, seres interconectados, en contraposición con los excesos de la identidad, «palabra que puede ser muy peligrosa».
Polinización, exposición del artista que se define como «hijo de la frontera» –del dólar y el peso, del inglés y el español–, que se inauguró el viernes pasado en el Centro Cultural Tijuana (Cecut), es también una metáfora que detona una reflexión en torno a las causas de la migración, sus consecuencias y la lucha constante de los migrantes.
La muestra, coronada con la instalación de una abeja gigante compuesta por 30 piezas esculpidas y grabadas en madera, es fruto de la colaboración entre el Cecut, una institución de la Secretaría de Cultura federal, y el Museo Nacional de la Estampa (Munae) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal).
La abeja de José Hugo Sánchez «también hizo cuarentena (en bodega) durante la pandemia y ahora vuela de nuevo para polinizar, inventar, fabular… un pensamiento tentacular. Su ir y venir nos habla de la responsabilidad que tenemos todos como comunidad, nos recuerda que somos criaturas vivas, seres interconectados que venimos del mismo sitio, de la tierra», describió el artista durante la inauguración.
«Basta ya de identidades, ¡alto a la guerra! No sólo a la de Gaza. Identidad es una palabra muy peligrosa porque nos divide: los azules para allá, los verdes para acá, los chaparritos para allá, los trans más allá. Las abejas polinizadoras nos dicen: ‘Ya basta de identidades que sólo nos separan, hagamos coaliciones, especies de especies, simbiosis con otros’.
«Todos somos cuerpos vivos enfrentados por la cultura violenta de la civilización de Occidente. ¡Basta! Nos urge cambiar la historia, rescribirla, inventar otros paradigmas, otro episteme, otro lenguaje… Las abejas nos llaman, nos tocan a la puerta como los migrantes que van viajando de ciudad en ciudad polinizando el mundo.»
Para Emilio Payán, director del Museo Nacional de la Estampa, el trabajo artístico de Sánchez «es un tributo al amor por la tierra, a nuestra flora y fauna en peligro de extinción. Es también una reconceptualización de la abeja, vista como símbolo de comunidad y de migración».
–Estamos en una época de reforzamiento de todo tipo de identidades, nacionales, sexuales… ¿Se trata de ir a contracorriente? –se le preguntó al autor.
–Se ha recrudecido la identidad como una conformación de comunidad de manera errónea. Ese pensamiento, nacido de las culturas de Occidente, está caduco y lo vemos expresado hoy en una guerra. En los medios de comunicación y las redes sociales vemos imágenes identitarias para decirnos que unos y otros tienen la razón. Eso tiene que parar, sólo somos cuerpos vivos enfrentados a la violencia.
“Necesitamos rearmar nuestras estructuras de conocimiento. No sé cómo le vamos a hacer, pero hay que rehacer los paradigmas educativos, sociales, económicos.
«La identidad nos separa, nos hace pertenecer a un lugar, inscribirnos. Al mismo tiempo sujeta, crea privilegios y condiciones. Nos hemos inventado tantas identidades porque tenemos miedo y nos tenemos que agarrar de algo. Nadie se quiere sentir solo.»
Por su parte, la directora del Cecut, Vianka Santana, invitó a que cada persona haga su propia lectura de una obra disruptiva y muy consolidada de un artista que se alimenta de lo que la frontera enseña.
A lo largo de su vida, José Hugo Sánchez ha recurrido a diversos medios de expresión, desde el performance y la instalación, pasando por el videoarte, textos bilingües, impresión en gran formato, dibujo y tecnologías digitales.
Polinización permanecerá en la Sala Central del Cecut hasta el 30 de mayo de 2024.