Aunque la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados ya aprobó la reforma para reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, no hay certeza de que el proyecto concluya el proceso legislativo pronto. En tanto, las personas siguen padeciendo las largas jornadas.
“Dios mediante y se apruebe”, reza Martina Solís. “Dios mediante y no nos corran si se aprueba”, le replica Elena Durán. Las dos mujeres trabajan como camaristas en un hotel en la Ciudad de México y se refieren al proyecto de reforma con el que tendrían derecho a dos días de descanso a la semana en lugar de uno.
La reforma impulsada por la diputada federal Susana Prieto (Morena) modifica el artículo 123 de la Constitución para aumentar a dos días de descanso semanal el mínimo al que tienen derecho las personas trabajadoras; con ello, la jornada laboral se reduciría de 48 a 40 horas a la semana.
“Para mí el problema en mi chamba está en la explotación laboral. Bueno, también en el salario”, recompone José Luis González. “Hay días que trabajo 13, 14 horas seguidas sin pago de horas extra; en esto hay hora de entrada, pero no de salida”.
Sus empleadores están incumpliendo la condiciones establecidas sin empacho: desde el inicio le dijeron que los turnos eran de 10 horas diarias con un salario de 9,000 pesos al mes. José Luis González labora como repartidor de cerveza. “Ah, y los días festivos”, casi olvidaba mencionarlo, “nos hacen trabajar y tampoco los pagan como deberían”.
Las cifras más actuales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señalan que México cedió a Colombia el primer lugar como el país con más horas trabajadas. El país sudamericano promedia 2,405 horas anuales por persona, mientras que en este lado del continente el promedio es de 2,226 horas al año.
El promedio de todas las naciones que integran a la OCDE es de 1,752 horas anuales. Es decir, México está 482 horas por encima del punto medio, es como si las personas en nuestro país trabajaran dos meses más.
“Sí necesitamos mucho que nos den un día más de descanso, yo lo necesito”, insiste Martina Solís. Del hotel descansa los lunes, día que ocupa para poner un puesto de quesadillas en un tianguis. Es madre autónoma de dos niños de siete y 10 años de edad. El padre de los chicos se fue hace mucho y se niega a pagar los gastos que le corresponden.
En abril pasado la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de reforma al artículo 123 constitucional. Pero, aún después de haberse realizado un Parlamento Abierto para escuchar voces de diferentes posturas, no es seguro que esta reforma sea aprobada.
Las cámaras empresariales han advertido sobre graves daños para el país si esta reforma es aprobada. Entre los argumentos presentados en los foros en la Cámara Baja, destacaron que reducir la jornada provocaría que las pequeñas y medianas empresas colapsen y aumente el desempleo. Y que las grandes tengan que contratar a más personal para cubrir las horas faltantes, entonces tendrán que subir los precios con un impacto en la inflación y la economía.
“En Recursos Humanos no saben”
Elena Durán no está tan optimista como su compañera. Ella ha escuchado que todo esto de la reforma pondrá en peligro la economía de las empresas y que hasta les podrían bajar su salario, que actualmente es de 6,000 pesos al mes. Se lo oyó decir “a la de Recursos Humanos”.
El hotel para el que trabajan tiene una placa a la entrada en la que dice que es de dos estrellas. “Yo no le daría ni una, nosotras tenemos limpias las habitaciones, no vaya a creer otra cosa. Pero aquí recibimos malos tratos de todos; del hotel que nos paga tan poco para todo lo que le chingamos, y de los clientes que dejan hecho todo una porquería y, ah, cómo cuesta limpiarla”.
Entre las personas dedicadas al área de Recursos Humanos hay mucha confusión, dice Alma Paz, especialista en reclutamiento y gestión de talento, conocida en redes sociales como “La de RH”. “Muchos preguntan si vamos a bajar sueldos o si vamos a requerir más contrataciones”, comparte.
En el gremio, a pesar de pertenecer a la clase trabajadora, “está sumamente dividido”. Alma Paz lo se lo explica por la falta de profesionalización del área de Recursos Humanos; “siguen pensando que estamos para velar por los intereses del patrón y no hay nada más alejado de la realidad. Nosotros tenemos que hacer un balance entre trabajadores y patrones, ése es nuestro trabajo”.
La semana pasada, José Luis González le preguntó a una de las personas de Recursos Humanos de la empresa para la que trabaja si están analizando qué pasará si se aprueba la reforma. “Me dijo que todo seguirá igual, que a nosotros no nos afecta porque prácticamente descansamos dos días”.
Su horario de trabajo indica que descansa los jueves y el viernes labora de 7 de la mañana a 12 del día. “Pero nunca salimos a esa hora, por muy temprano que yo termine los viernes es a las 7 de la noche, pero es muy raro”.
Alma Paz asistió al Parlamento Abierto, su participación fue en la mesa Repercusiones Económicas, Fiscales, Sociales y de Salud de la Jornada Laboral, del 30 de octubre. Además de hablar sobre los problemas de salud mental y la ruptura en las relaciones familiares que padecen las personas por trabajar demasiadas horas, llevó testimonios para mostrar cómo es laborar jornadas extenuantes:
“Karen, 24 años, Amecameca (Estado de México). Soy ingeniera química y trabajé en una empresa del ramo alimenticio como analista de calidad. Nos dijeron que nos iban a pagar 8,000 pesos netos y realmente fueron brutos. Los horarios eran muy pesados, cada 15 días rolábamos turnos mañana, tarde, madrugada y mixto.
“Si algún compañero metía vacaciones, o por enfermedad no podía asistir, estábamos obligados moralmente a trabajar turnos de hasta 16 horas sin parar. Mi pesadilla era el turno mixto, pues había días que entrábamos a las 22:00 horas y salíamos a las 6:30, nos íbamos a nuestras casas y regresábamos a laborar a las 14:30 de ese mismo día”.
Hace más de cuatro años que Alma Paz recibe este tipo de mensajes en sus cuentas de redes sociales, pero hasta ese momento tuvo la oportunidad de llevarlos al Congreso.
“El burnout es muy alto en México, más del 75% de los mexicanos lo ha experimentado en algún momento y eso ha escalado a ideaciones suicidas”, dice la especialista, y en gran parte es por las largas e inhumanas horas de trabajo.