El 26 de noviembre de 2008 abrió sus puertas el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, desde entonces, el recinto ubicado en la zona cultural de la UNAM ha apostado por convertirse en uno referente en términos de arte contemporáneo.
Con un promedio de 300 mil visitantes al año, el espacio enfrenta el reto de incrementar sus públicos y para ello presenta una programación que atiende a jóvenes, niños y gente especializada, advierte su directora Amanda de la Garza.
A fin de celebrar a lo grande, el 25 y 26 de noviembre el MUAC inaugurará de una ambiciosa exposición dedicada a la artista colombiana Beatriz González, en tanto que el sábado presentará un concierto con María Daniela y su Sonido Lasser, y un performance-pasarela a cargo de la artista Ximena Labra.
En el marco de las conmemoraciones, su titular hace un corte de caja para revisar logros y pendientes del espacio que no duda en definir como el más importante dedicado al arte contemporáneo en el país.
¿Cómo llega al MUAC a sus quince años de vida?
Llega con una salud muy fuerte, han sido quince años de trabajo muy intenso para construir, consolidar y crear una colección de arte contemporáneo en México, con ese objetivo nació el MUAC.
No había una colección pública de arte contemporáneo…
Así es, hay otros museos que han hecho una labor muy importante, pero desde el ámbito privado, pero como institución pública, el MUAC es el museo de arte contemporáneo más importante del país y mejor posicionado para crear redes a nivel internacional. Además, no solo realizamos exhibiciones, también hacemos investigaciones e impartimos procesos de enseñanza en áreas como la imaginación artística.
¿Cómo vive el MUAC el debate sobre la viabilidad y el futuro de los museos?
El MUAC es parte de este debate. Los museos han transitado de pensarse como referentes del resguardo patrimonial a ser espacios sociales donde es posible hablar de muchas otras cosas derivadas de las manifestaciones artísticas. El arte contemporáneo en algunas de sus vertientes tiene una conexión cercana con la realidad social, con la historia, la noción de documento, preguntas que nos aquejan y que van desde medio ambiente a cuestiones de género, en ese sentido los museos se han desplazado a ser centros de debate y donde es posible construir conversaciones.
¿Cómo funciona ese diálogo con los temas de actualidad al momento de preparar las exposiciones?
Nos hemos dado a la tarea de pensar en una serie de líneas curatoriales que recogen lo que los artistas están pensando. Nuestra principal tarea es acompañar las prácticas artísticas, no imponemos los temas, los artistas son quienes nos los que plantean. Para nosotros siempre ha sido relevante escuchar lo que está pasando, no solo en México, de tal manera que aquí podamos desarrollar una conversación y ampliarla mediante la programación pública.
¿Cómo ha crecido el público del museo?
Una estrategia del museo en términos de crear una base de público ha sido tener un programa diversificado, en donde interactúan exposiciones de artistas muy conocidos o referenciales con muestras históricas que permiten conocer un periodo más amplio y, por otro lado, algunas más especializadas. Buscamos tener una variedad de propuestas al mismo tiempo, pues eso nos ayuda a tener públicos muy diversificados. Otro punto de partida ha sido el trabajo especializado con ciertas comunidades, tenemos un programa infantil o para familias muy consistente.
¿A partir de la pandemia hubo algún cambio que llegó para quedarse en el MUAC?
Sí, en primera instancia hemos sostenido el Proyecto de Sala 10, que consiste en un espacio de exhibición en nuestra página de piezas en video; mantenemos podcasts. A partir de la pandemia profundizamos en nuestra reflexión sobre cómo queremos trabajar con nuestros públicos. El proyecto de Francis Alÿs lo consideramos muy importante en la pospandemia porque habla de la convivencia, de las infancias y la violencia, es decir, agudizó nuestra vocación por acompañar la sensibilidad social.
¿Los niveles de asistencia ya se recuperaron a niveles prepandemia?
La asistencia está en recuperación, ya estamos a niveles similares a lo que era antes de la pandemia, pero ha sido un esfuerzo muy grande y paulatino. Los públicos cambiaron radicalmente, de hecho, todavía siguen en movimiento. Antes teníamos una base de público joven muy amplia y nuestro mayor reto actual es conseguir que regresen. Actualmente tenemos alrededor 300 mil asistentes anuales y en ese sentido estamos trabajando para ampliarlo.
¿Hacia el futuro qué viene para el museo?
Estamos terminando el ciclo de exposiciones de 2023, continuará el proyecto de la colección, tendremos una importante presencia de muestras internacionales, el noventa de nuestra programación será de mujeres artistas. Desde hace algunos años el museo ha hecho un esfuerzo relevante en tener una programación paritaria.
¿Cuál es el presupuesto del museo?
El presupuesto incluye un conjunto amplio de variables, la parte de salarios, exposiciones y se nutre de patrocinios y recursos del patronato, una parte importante, este año el 80 o 70 por ciento, lo aportó la UNAM.
¿En una época de austeridad qué dificultades ha enfrentado el museo en este sentido?
La UNAM ha mantenido un compromiso muy sólido con la difusión de la cultura y eso nos ha permitido tener estabilidad. Comprendemos el momento económico que vivimos por eso trabajamos de forma eficiente con los recursos y redoblamos también los esfuerzos de recaudación para seguir haciendo proyectos relevantes. La pandemia nos enseñó que el arte y los museos no son un lujo, sino un espacio social importante.
¿Qué necesita hacer un museo para mantenerse vivo?
Necesita pensarse como un espacio donde las personas puedan estar, no solamente para ver exposiciones. Debe escuchar lo que ocurre en términos de movimientos sociales como el feminismo o el medio ambiente, es decir debe haber una concordancia entre lo social y lo que ocurre con el museo.
