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Israel “roba tierra mientras hablamos”: Rashid Khalidi

Rashid Khalidi quizás el académico más destacado sobre temas de Palestina en Estados Unidos. Ocupa la cátedra Edward Said de estudios árabes modernos en la Universidad Columbia, en Nueva York, donde ha sido profesor desde 2003, y dirigió el centro para estudios sobre Medio Oriente en Chicago en las décadas de 1980 y 1990.  

Allí conoció y se hizo amigo de Barack Obama, entonces un joven profesor. Khalidi nació en Nueva York y desde allí habló con el New Statesman el 6 de noviembre pasado sobre un enlace de video, pero él y su familia tienen profundas raíces en la sociedad palestina. 

Su libro más reciente, The Hundred Years’ War on Palestine (La guerra de cien años sobre Palestina, 2020), cuenta una historia del conflicto Israel-Palestina que es a la vez una historia de su propia familia y su vida. (Nació en 1948, el año de la fundación de Israel.)  

Vivía y daba clases en Líbano durante la guerra Israel-Líbano en 1982, y reportes de prensa de la época lo asociaban con la Organización para la Liberación de Palestina. Fue consejero de la delegación palestina en la Conferencia de Madrid en 1991, en los años que condujeron a los Acuerdos de Oslo. 

Su estilo es a la vez académico y polémico, amistoso y severo. Habla de manera expresiva. Al relatar que los palestinos están “encerrados en enclaves” desde 2005, creó una jaula en el aire, con sonidos y gestos. Sus respuestas contienen a menudo una fuerza de sentimiento, como buscan denotar los ocasionales signos de admiración que se incluyen en el texto. 

HL: Usted presenta un relato conmovedor en su libro sobre cómo Palestina fue de hecho colonizada. No puedo juzgar ese relato, pero, dado el argumento que presenta, ¿piensa que la creación del Estado de Israel fue ilegítima? 

RK: Creo que depende del lente que se escoja. Si tomamos el Pacto de la Liga de las Naciones [1919], que decía que Palestina y otras provincias eran naciones independientes, entonces debió concedérseles la autodeterminación. Pero en la Declaración de Balfour de 1917 no lo eran, así que hay una contradicción [la cual Balfour reconoció en un memorando de 1919]. El derecho internacional preveía que Palestina sería independiente, pero también llamaba al establecimiento de la patria nacional judía y de hecho excluía el Estado palestino. Lo mismo puede decirse de la carta de Naciones Unidas [1945], que también prevé la autodeterminación y contrasta con el Plan de Partición de la ONU de 1947, que creó un Estado para la minoría judía en la mayor parte de Palestina. 

Así pues, se puede decir que la legitimidad internacional está del lado de una patria judía y de un Estado judío en la mayor parte de Palestina, mientras que nunca se creó un Estado árabe; de hecho, se le estranguló al nacer. O se puede decir, con base en el derecho de autodeterminación que los pueblos deben tener después de las dos guerras mundiales, que no había un fundamento legítimo para crear un Estado judío en un país de mayoría árabe. Yo tomaría la segunda postura. 

Los palestinos como pueblo tenían el derecho de autodeterminación después de esas guerras, cualesquiera que fuesen los derechos concedidos al pueblo judío después de la Primera Guerra Mundial o después del Holocausto. Esos derechos [judíos] se ejercieron a expensas de otro pueblo, que tenía lo que yo sostendría que eran derechos anteriores. 

El hecho de que las leyes racistas de inmigración impedían que los judíos sobrevivientes al Holocausto fueran a Estados Unidos o Gran Bretaña y los obligaran a ir a Palestina –y el hecho de que el movimiento sionista quería llevarlos a Palestina–, no anula el derecho de un pueblo a la autodeterminación. El mundo tenía un problema que escogió resolver a expensas de los palestinos porque tuvo un justificado sentimiento de culpa durante largo tiempo, desde su persecución de los judíos, y por un corto lapso después del Holocausto. 

HL: Pero, dados esos orígenes, sería difícil para usted ver cómo se puede resolver este conflicto dentro de las limitaciones de hoy. Porque, según la postura que adopta, ese Estado jamás debió ser creado de esa manera. 

RK: Es correcto. Creo que Israel, en la estructura en que existe, tiene un problema. No significa que no haya una posible resolución para un problema de dos pueblos en una tierra, o para resolver el problema creado por un paradigma de asentamiento colonial. Existen soluciones que se han presentado en Sudáfrica, en lo que solía llamarse Rodesia del Sur [Zimbabue], en Kenia, en Irlanda; me parece que se puede ver cómo crecer hacia una situación en la que el colono se vuelve nativo y se acepta que tiene una personalidad distinta. En el caso de Irlanda, los protestantes ya no están en calidad de tolerados. Son parte de ese sistema de gobierno, con su propia y distinta identidad. Lo mismo podría ocurrir con los israelíes. 

HL: Pero ¿la lógica de lo que acaba de decir es que los judíos seguirían siendo de alguna manera colonos o colonialistas, hasta que llegaran a algún acuerdo de paz con el pueblo palestino? 

RK: Usted puede ver en Cisjordania –día tras día en los 56 años pasados [desde la guerra de 1967]– en qué medida este es y ha sido siempre un proceso de asentamiento colonial. Lo vemos con nuestros propios ojos cada día: colonos armados arrasan con las ciudades y aldeas palestinas, echando a la gente de su tierra. Los mismos procesos legales se aplicaron en Australia y Norteamérica, despojar a la gente y amontonarla en zonas pequeñas. Ese proceso es un proceso de asentamiento colonial. Israel como Estado es aceptado en la comunidad internacional, tiene todos los visos de legitimidad. Pero el proceso es, en mi concepto, ilegítimo. 

¡Están robando tierra en Cisjordania en este mismo momento en que hablamos! Hacen lo mismo en Jerusalén. Me temo que van a intentar hacer lo mismo en el norte de Gaza: echar a toda la gente y convertirla en una zona sin ley. En muchas partes de Cisjordania [Israel] no se ha adueñado de la tierra: la declara zona militar o verde; no se puede construir en ella, ni vivir: “Es nuestra”, dice. Y lo es y un día pondrán un asentamiento allí, o no. Quien esté ciego a eso y a la naturaleza colonial del sionismo antes de 1948, se pierde algo sobre el Estado de Israel como fue establecido y como opera hoy día. 

HL: Usted describe al movimiento sionista como más rico en recursos que la causa palestina en el periodo de treinta años hacia 1948, cuando fue capaz de financiar compras de tierra y así. Dado ese hecho, ¿qué podrían haber hecho los palestinos para resistir el impulso de la historia en ese tiempo? 

RK: Pudieron haber hecho una de dos cosas. Pudieron tratar de llegar a un acuerdo y decir: “está bien, pueden tomar la mayor parte de nuestro país o la mitad de él”, pero no creo que el sionismo se hubiera contentado con eso. Ellos querían, en palabras de [el político y soldado sionista Ze’ev] Jabotinsky, transformar Palestina en la tierra de Israel. Y la querían toda, no un 12 o 20 u 8 por ciento. Y para 1967 la tenían toda. 

O los palestinos pudieron haber resistido antes. Mire lo que hicieron los egipcios y los iraquíes. Se levantaron contra sus ocupantes coloniales. Gran Bretaña intentaba gobernar Egipto y Mesopotamia [Irak] como extensión del Imperio Indio, el imperio que controlaba el Golfo y el sur de Irán y que se habría extendido hacia Mesopotamia, con colonizadores indios colocados allí. 

Pero los iraquíes se levantaron en 1920 y obligaron a pactar una forma débil e insatisfactoria de independencia respecto de los británicos. Los egipcios se sublevaron en 1919 e hicieron lo mismo. No digo que pudo haber sucedido. No ocurrió. Pero, de haber ocurrido, tal vez los palestinos habrían alcanzado un mejor acuerdo con los británicos. 

HL: Pero ¿era Palestina lo bastante grande para haber causado esos problemas a los británicos? Egipto era un país mucho más grande de tratar y controlar. 

RK: Eso es parte del problema. Esos otros países también trataban con una sola potencia colonial. Los palestinos estaban contra los británicos, el movimiento sionista y la Liga de las Naciones. En Palestina no había un gobierno árabe [a diferencia de otros países árabes, donde los británicos gobernaban de manera indirecta, por medio de líderes locales]. Los británicos gobernaban directamente y entonces permitieron que la Agencia Judía [el organismo designado para representar a los judíos en Palestina] estableciera una especie de cuasi Estado bajo su protección. A los palestinos no se les permitió tener una estructura paralela. 

HL: Usted relata en su libro que su padre fue enviado en 1947 por su hermano mayor a ver a Abdulá I, el rey de Jordania, para entregar un mensaje de los palestinos. No hubo, según su punto de vista, un canal diplomático formal. 

RK: En la década de 1920, y la de 1930, los palestinos tenían un representante generalmente aceptado: el Alto Comité Árabe. Pero los británicos exiliaron a la mayoría de miembros de ese comité en 1937, entre ellos mi tío y el gran mufti de Jerusalén. De allí en adelante, los palestinos sufrieron por no tener un representante central reconocido. Y eso continuó hasta la fundación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1964. El discurso ante la Asamblea General de la ONU en 1974 es una de las primeras ocasiones en que se permitió a los palestinos hablar por sí mismos. 

HL: Entonces, ¿quién habla por el movimiento palestino en estos días? 

RK: Los palestinos tienen un grave problema: la división del movimiento nacional desde la década de 1990. Hubo una época dorada de reconocimiento de la OLP, después de que Rabin volvió a ser primer ministro israelí en 1992. Se centró en su renuncia al “terrorismo”, su adopción del enfoque de dos estados y su aceptación de la resolución 242 del Consejo de Seguridad [de 1967, que llamaba a Israel a retirarse de los territorios ocupados]. Por cierto, todas esas cosas tenían graves desventajas. Aceptar que su resistencia era terrorismo, aceptar una resolución que los excluía, unirse a las negociaciones sobre una base diseñada para limitar lo que podían obtener. 

Aun así, la OLP representaba la opinión mayoritaria entre los palestinos hasta cierto momento a finales de la década de 1990, cuando la gente empezó a darse cuenta de que los Acuerdos de Oslo de 1993 se habían diseñado en realidad para congelar y exacerbar un statu quo desfavorable. En vez de poner fin a la ocupación, se le refuerza. Gaza es bloqueada a partir de 1993. Las primeras limitaciones al movimiento para entrar o salir de Gaza empiezan en ese tiempo. El PIB per cápita cae, el movimiento se restringe. Antes de 1993 se podía llegar en un auto con placas palestinas hasta las Alturas del Golán, a Eliat [el punto más sureño de Israel, en el Mar Rojo] o a Gaza sin restricciones. De repente, los palestinos son encerrados en enclaves, batustanes [zonas reservadas para las poblaciones negras en la Sudáfrica del apartheid]. Eso es Oslo. 

Es entonces cuando Hamas [formado en 1987] se convierte en un desafiante serio. El bloqueo del horizonte político, que la OLP asumía que era garantizado por Oslo, dio pábulo a la forja de Hamas. En cierto sentido, los israelíes ayudaron a crear Hamas como contrapeso de la OLP a finales de la década de 1980. Personal israelí de inteligencia ha escrito esto. Israel sacó la alfombra debajo de la OLP, y tuvimos la Segunda Intifada [2000-05]. Y como la OLP no se sometió a las demandas de Israel, Estados Unidos levanta las manos y dice: “Bueno, entonces quédense con su estatus interino bajo control israelí y cuézanse en su propio jugo”. 

Esa ha sido la postura estadunidense. No estuvieron dispuestos a dirigirse a un movimiento nacional palestino unificado cuando Hamas ganó la pluralidad del Consejo Legislativo en las elecciones de 2006. [Mahmoud] Abbas había ganado la presidencia el año anterior. Los dos lados [Hamas y Fatah, el partido de Abbas] acordaron un gobierno de unidad que les hubiera permitido negociar y que habría apoyado una solución de dos estados. Hamas hablaba de una tregua de 100 años. Israel no estaba interesado. 

HL: Usted conoció bien a Barack Obama, cuando ambos vivían en Chicago en la década de 1990. ¿Qué opina de su manera de abordar este tema cuando fue presidente? 

RK: Me parece que entendía mucho más de lo que su presidencia mostró. Pero era un político astuto. Intentó sin éxito ganar un asiento en la Cámara de Representantes [en Chicago], ocupada por un antiguo miembro del partido de las Panteras Negras, llamado Bobby Rush. Fue aplastado por la maquinaria de Chicago y Michelle no apoyó que continuara postulándose. Pero era ambicioso y se postuló al Senado en 2004. Estaba claro entonces que no iba a exponer el cuello sobre este tema porque era políticamente tóxico. Y eso continuó en la campaña presidencial. Desde ese punto en adelante en verdad perdimos contacto con él. 

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