Titulares

Dantor, un ensamble que genera emociones profundas

“Dantor es un proyecto que nació para tocar en vivo. A pesar de la estructura de cada canción, todos los conciertos son distintos”, advierte Daniel Torres compositor y cabeza de un ensamble que no conoce fronteras. 

Con apenas dos discos grabados (Sinestesia y Olas altas), la banda formada en 2014 ha conseguido darse a conocer en México y el extranjero, tan solo en agosto pasado estuvieron en Canadá. Ahora, los músicos nominados al Mejor Álbum de Jazz Latino en los Latin Grammy en 2022, se preparan para la que será su presentación en el Centro Nacional de las Artes como parte del Festival Eurajazz, concierto que por cierto será el domingo 19 de noviembre a las 13:00 horas y cuya entrada es libre. 

¿Cómo ha cambiado el proyecto para la grabación de Olas altas, su disco más reciente? 

El rasgo diferenciador está en que usamos Dolby Atmos, una tecnología 7.4 que es inmersiva y se usa en el cine. En nuestro disco anterior, Sinestesia, usamos sonido estéreo. A nivel de composición ahora uso afinaciones abiertas en la guitarra y colaboramos directamente con Salvador Tercero. Obviamente la banda está más consolidada Arón Cruz (bajo), Daniel Vadillo Nájera (piano), Hiram Guzmán Gris (batería) e Israel Torres Araiza (violín) y yo en la guitarra. Tuvimos además invitados especiales. 

¿Ahora con más experiencia hacia donde se han movido tus temas de composición? 

La mayoría de los temas los terminé de componer en pandemia, durante esa temporada me fui de vuelta a vivir a Mazatlán a casa con mis papás. La incertidumbre sobre lo que sucedía desde luego impactó en las emociones y por tanto en mi proceso de composición. Para nuestro primer disco, usamos incluso temas de estaban guardados desde 2009, ahora todos son más cercanos. 

Has usado a la música como una herramienta de sanación, ¿en un contexto de pandemia te funcionó de la misma manera? 

Hacer música es un trabajo que incita a la catarsis tanto de quienes la hacemos, como de quienes la escuchan. Yo estudié musicoterapia en Buenos Aires, en una universidad jesuita y desde luego hay una impronta de esto en mi trabajo. En mis composiciones hay una búsqueda emocional profunda. 

Al escuchar el disco da la impresión de que la música fue un campo expansivo que te permitió salir en una época en la que todos estábamos encerrados. 

Completamente, fue un campo expansivo. La necesidad de hacer y crear música fue un escape ante la imposibilidad de salir a tocar. Junto con Salvador Tercero hicimos el arreglo sinfónico de “Sinestesia” e involucramos a 33 músicos de todo el país, les mandamos las partituras y les pedimos que se grabaran con su celular para hacer un video general. 

En Olas altas hay una presencia mayor del jazz… 

Sí, aunque hay también una fuerte presencia de lo mexicano, en el primer tema hay rasgos del huapango, y en “Para papá” hay ritmos latinoamericanos, pero efectivamente el jazz es un vector importante pues es donde los músicos tenemos nuestros espacios de libertad para improvisar. 

¿Cómo se arma este rompecabezas sonoro? 

Se arma con la experiencia, viví muchos años fuera de México. Cada viaje influye en las nuevas músicas que creo. Empiezo a componer a partir de la guitarra y mi voz, así es como guio la composición, ya con el ensamble sumamos otras ideas. 

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