Titulares

John Harvey Kellogg, el gurú de la vida sana

Conocido, sobre todo, por ser el inventor junto con su hermano Will Keith de los famosos cereales Corn Flakes, un producto que millones de personas en todo el mundo aún siguen tomando en sus desayunos diarios, John Harvey Kellogg fue también un famoso nutricionista que asumió la dirección del Sanatorio de Battle Creek, fundado por miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. 

Pero existen muchas otras facetas en torno a este curioso personaje (fallecido el 14 de diciembre de 1943) que nos resultan bastante desconocidas, como por ejemplo su apoyo decidido a la eugenesia (es decir, la utilización de las leyes biológicas de la herencia para perfeccionar la especie humana) y su profunda convicción de que la abstinencia sexual era el camino adecuado para alcanzar una vida más saludable. En ese contexto, John Harvey Kellogg lanzó una intensa campaña encaminada a promover incluso la mutilación genital de los niños como medida adecuada para evitar la masturbación, un acto que consideraba totalmente aberrante y la causa de casi todos los males. 

John Harvey Kellogg nació el 26 de febrero de 1852, justo cuando en Estados Unidos empezaba la que sería conocida como la «revolución de la higiene» y cuando, al mismo, tiempo, comenzaron a surgir en el país algunos grupos religiosos como los Adventistas del Séptimo Día, cuyos principales preceptos eran la lucha contra el alcohol y el sexo. 

Licenciado en Medicina, en 1879 Kellogg se casó con Ella Ervilla Eaton, con la que, siguiendo al pie de la letra sus propios preceptos, nunca llegó a consumar el matrimonio. En posteriores escritos, Kellogg afirmaría que la abstinencia fue consentida, y que para no tener que mantener relaciones sexuales, algo que ensuciaba el cuerpo, él y su esposa decidieron adoptar a siete niños (aunque llegarían a criar a más de cuarenta). Pero a pesar de su pensamiento abiertamente eugenista (llegó a afirmar que «la inferioridad intelectual de los varones negros en comparación con los varones europeos es algo universalmente reconocido») y de abogar por la esterilización de los delincuentes, la mayoría de niños a los que crió y adoptó fueron afroamericanos. 

A pesar de su pensamiento abiertamente eugenista y de abogar por la esterilización de los delincuentes, la mayoría de niños a los que crió y adoptó fueron afroamericanos. 

Estados Unidos era a finales del siglo XIX un país donde la media de edad era de 41 años, y donde las calles de la mayoría de ciudades estaban inundadas de basura y excrementos. En ese ambiente, Kellogg, junto con su hermano, se hizo cargo del Sanatorio de Battle Creek, un balneario donde pensó que podría poner en práctica lo que se conoce como «medicina holística», un método que hacía especial énfasis en la nutrición, el ejercicio físico y el uso terapéutico de los enemas. El objetivo final de estas sorprendentes terapias era, en palabras textuales del propio Kellogg, «disminuir la estimulación sexual de los pacientes». De este modo, para liberar a sus pacientes de lo que llamaba «autocontaminación», Kellogg planeó una dieta vegetariana y una serie de tratamientos que ahora nos parecerían de lo más extravagantes. 

Así, vestido íntegramente de blanco (y a menudo con una cacatúa sobre su hombro), Kellogg ideó lo que denominó «programa biológico», destinado a eliminar todas las impurezas del cuerpo humano. Para ello no dudo en administrar enemas de ¡57 litros! También incentivó el consumo de medio litro de yogur al día, la mitad administrado vía oral y la otra mitad vía anal. En el balneario también se realizaron curas basadas en baños de agua fría e hizo usar a sus pacientes una silla vibratoria diseñada por él mismo. 

Menos conocidas son, sin embargo, las mejoras que hizo Kellogg de varios dispositivos médicos empleados en Battle Creek durante las intervenciones quirúrgicas. En su libro El manual de higiene doméstica y medicina racional, Kellog intentó popularizar la electroterapia, la hidroterapia y la terapia motora. El sanatorio también se especializó en ciertas cirugías ginecológicas y en cirugías gastrointestinales para las que Kellogg desarrolló varios instrumentos como ganchos y retractores especializados, una mesa de operaciones con calefacción y un tubo de drenaje para las cirugías abdominales. 

El Sanatorio de Battle Creek, bajo la supervisión de los hermanos Kellogg, pasó a ser conocido como el pequeño «instituto de reforma de la salud» de la iglesia adventista, y a ser un destino nacional de bienestar integral. En él, John Harvey dio conferencias, escribió libros e incluso editó una revista, convirtiéndose en una celebridad entre cuyos admiradores y pacientes estuvieron varios presidentes de Estados Unidos, inventores como Thomas Edison, magnates como Henry Ford o incluso la famosa aviadora Amelia Earhart, entre otros personajes conocidos. Por el balneario de Kellogg también pasaría Ida Tarbell, la reportera de investigación más importante de su época. 

Kellogg empezó a animar a sus pacientes a comer alimentos saludables ricos en fibra, yogur y frutos secos, elementos que consideraba que nunca deberían faltar en una dieta saludable. 

En aquel entonces, los desayunos de los estadounidenses no eran como en la actualidad. La mayoría de la gente desayunaba principalmente carne, ya fuera fría, en gelatina, ahumada, salada o frita en grasa. Fue entonces cuando Kellogg, fiel a sus ideas vegetarianas, empezó a animar a sus pacientes a comer alimentos saludables ricos en fibra, yogur y frutos secos, elementos que consideraba que nunca deberían faltar en una dieta saludable. Por aquella época, junto con su hermano William, John empezó a trabajar en una fórmula encaminada a perfeccionar un cereal que fuera absolutamente sano, según su criterio. 

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