El poeta Heberto Padilla (Cuba, 1932-Estados Unidos, 2000) fue arrestado el 20 de marzo de 1971 a causa de un recital en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) al leer el poema “Provocaciones”. Se le liberó 38 días después donde comparece ante el gremio, de las 21 hasta las 24:30 horas del 27 de abril de ese año, para declararse agente contrarrevolucionario.
Todo se filmó por dos camarógrafos y un sonidista del “Noticiero” del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos (ICAIC) y miembros de la Seguridad del Estado, a decir del cineasta Pavel Giroud (La Habana, 1973), quien cuenta en entrevista que le llegó a sus manos un caset de la reunión.
Aclara que no es la grabación fílmica original (“esa debe estar en las bóvedas del ICAIC”), y con esas imágenes inéditas decidió crear el largometraje “El caso Padilla” (como se le denominó desde el inicio al suceso), que ya se encuentra en las salas de cine de México.
Su trayectoria ha sido larga: Ganó el Premio Platino a la Mejor Película Documental Iberoamericana, y se estrenó primero en el Festival de Telluride, Colorado, Estados Unidos, y luego en el de San Sebastián, España, del 2022.
Ha sido exhibido también en la sección oficial del Festival de Cine de Roma, en el internacional de Miami (premio al Mejor Documental), en el BAFICI argentino, en É Tudo Verdade de Brasil e IFF Panamá. Obtuvo mención especial en el Festival Cinematográfico del Uruguay y el Premio del Público en Cineuropa Compostela. Tras haber permanecido durante cinco semanas en salas de cine españolas en junio pasado, continúa su ruta con presentaciones y coloquios recientes en las Universidades de Harvard, Princeton, New York y en el American Film Institute de Silver Spring, Maryland. Actualmente está disponible en varias plataformas de “streaming” del territorio español.
“El caso Padilla” revive el hecho más polémico que envolvió a la intelectualidad ocurrido durante el régimen castrista en los inicios de los setenta. Con testimonios como los de los escritores Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Jorge Edwards, Jean-Paul Sartre y el mismo Fidel Castro, se conoce poco a poco lo ocurrido alrededor del poeta.
Heberto Padilla publicó su libro de poemas “Fuera del juego” (1968), por el cual recibió el Premio Julián de Casal. En él criticaba los tintes “de corte soviético” que a su entender había tomado el régimen de la revolución cubana, por lo cual el 20 de marzo de 1971 Castro ordenó su detención por “traición a la patria”.
Entonces 62 intelectuales como el italiano Ítalo Calvino, el español Juan Goytisolo, los franceses Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Margarite Duras, la estadunidense Susan Sontag, así como los latinoamericanos Carlos Fuentes, Octavio Paz, Cortázar y Vargas Llosa, le mandaron una carta a Fidel Castro pidiéndole la liberación del escritor. Dicha misiva no la respondió el líder cubano sino el mismo Padilla, quien la denostó.
Cortázar tomó distancia, pero Vargas Llosa renunció a Casa de las Américas. Paz y Fuentes reforzaron en una segunda carta las similitudes de la “autocrítica” de Padilla con los procesos de Moscú. En el documental de Giroud igual se muestran documentos y periódicos de la época. Mas no hay entrevistas actuales.
La carrera del cineasta comenzó con un largometraje, “La edad de la peseta”, candidata a los Premios Óscar y nominada al Goya como mejor cinta iberoamericana. La Universidad de Houston la incluyó, junto a otros siete filmes hispanos -firmados por Buñuel, Almodóvar, Erice y Cuerda- en el programa de estudios “Modern and Classical Languages. Spanish Films”. En 2020 la Cinemateca de Cuba la eligió entre las diez películas con mejor fotografía y dirección de arte en la historia del cine cubano.
Ese video se filmó por órdenes de Fidel Castro, porque en ese momento había dos grandes eventos culturales en Cuba. Por un lado estaba la autoconfesión de Padilla en la sede de la UNEAC, y a menos de un kilómetro se estaba desarrollando el Congreso de Educación y Cultura donde estaba participando Fidel Castro. Digamos que la intelectualidad cubana estaba dividida entre estos dos asuntos, y lo de Padilla se filma para que Fidel Castro lo viera después. El mismo Castro tenía la intención de distribuir el material audiovisual por el mundo, pero cuando lo vio se dio cuenta que eso no lo hacía quedar bien, y el video se fue directo a los archivos inaccesibles del ICAIC.