Como parte de las actividades del Festival CulturaUNAM, el miércoles se estrenó el documental Fractalis, dirigido por Adrián Pallares. La producción cinematográfica hurga y registra la preparación de la obra homónima, de la compositora Gabriela Ortiz, dirigida por Ronald Zollman, interpretada por la pianista Ana Gabriela Fernández y acompañada por la Orquesta Filarmónica de la UNAM, en un concierto ofrecido en 2022 en la Sala Nezahualcóyotl.
Pallares comenta que documentar Fractalis fue un agasajo al poder disfrutar y escuchar su música en una sala de cine. Ese fue siempre el objetivo.
En esta experiencia, cuenta el realizador, me guio a filmar la pulsión de trabajar con Gabriela Ortiz: “entre ella y yo hay muchos puntos en común de lo que la música y la imagen pueden lograr. Estoy enamorado de la música contemporánea y creo que ésta hace mucha falta en el cine. En esta búsqueda de colaboración con Gabriela hubo varios intentos, y cuando supimos del concierto de Fractalis, hicimos lo que parecía un sueño e imposible: meter el equipo de filmación en la Sala Nezahualcóyotl para documentar el trabajo sólido de ella”.
Pallares agrega que la generosidad de la compositora fue determinante para la realización del documental: ella accedió a casi toda nuestra lista de deseos para el rodaje y nos permitió estar en los ensayos e ir a su casa, nos facilitó la partitura. Tuvimos acceso total en los seis días que duró la filmación.
Una de las cosas más importantes del documental, señala, fue hablar con una compositora tan importate como Gabriela Ortiz, de ser esta voz del poder artístico que la mujeres siempre han tenido y que ahora se está abriendo, que haya una apertura total para ellas, eso fue de un interés brutal para mí.
Para la compositora, quienes puedan ver este documental tendrán la oportunidad de entablar un diálogo con la mujeres. La música debe de juzgarse por su calidad artística, no por una perspectiva de género. Ojalá llegue ese momento en que no tengamos que pensar en términos mucho más equitativos, afirma.
Se concentra para hablar del primer momento de Fractalis. Relata: fueron dos puntos muy importantes. Uno se refiere a las imágenes, que se me ocurrieron cuando aún no había música; imágenes absolutamente locas, como ríos celestes flotando en el espacio y de cómo sonaría el color de agua o cómo sería la danza de los cactus en el desierto y el movimiento de la arena, algo totalmente sicodélico. Tenía esa idea de fantasear con todo esto. Me imaginé una fábrica que produjera cristales y qué pasaría si ponía varias máquinas para jugar con los tempos: una más lenta y una más rápida. Crear una polirrítmia, todo sonando al mismo tiempo como una maquinaria que estuviera descompuesta y crear una especie de sonidos de cristal. Metáfora e ideas muy surrealistas que comenzaron a detonar ideas musicales.
El segundo punto en la fundación creativa de Fractalis, precisa Ortiz, “tiene que ver con los fractales, porque se vino la pandemia y ya estaba pensando en una naturaleza bastante disruptiva y surrealista. En esas estaba, cando se vino la crisis sanitaria y me hizo pensar en qué estaba pasando con el planeta, el cambio climático… que me confrontó como creadora. Por otro lado –eso no lo dije en el documental–, pero a mis alumnos les toqué un fragmento de este concierto y uno de ellos me dijo: ‘suena como música fractal’ y ahí, de todas esas cosas, surgió Fractalis”.
Aunque en el documental no presenta completo el concierto Fractalis, se le preguntó que si en los extras en devedé podría contemplarlo, contestó: no, eso es muy complicado por los derechos de autor, esperemos que más adelante lo podamos presentar.
Por su parte, la pianista Ana Gabriela Fernández comparte la experiencia que vivió cuando descubrió la partitura de Fractalis. “Hay una simbiosis muy importante en la obra de Gabriela –sobre todo en este concierto– de Maurice Ravel, Olivier Messiaen, que tiene que ver con la línea francesa importantísima, pero también está la cuestión rítmica de Igor Stravisnky y Leonard Bernstein, indiscutiblemente. Con todo eso conjugado sin perder su lenguaje, ella hizo una simbiosis de todos esos lenguajes y apareció este maravilloso concierto de dos movimientos con submovimientos, los cuales requieren una fuerza física, intelectual e interpretativa muy fuerte; lo estuve estudiando todo un año. Fue una experiencia profunda, porque el concierto vivió conmigo muchas cosas y fue cambiando a lo largo de todo esto”.
Ana Gabriela agrega: “en primera instancia, cuando me llevé el concierto era uno y luego cuando lo dejé descansar era otro y cambió conmigo. Y ahora que está en el documental no va a cambiar, lo va a hacer cuando lo volvamos a tocar”.
La respuesta de la pianista cambia de dirección y menciona: es importante la colaboración con autores vivos, porque la obra cobra otra dimensión a diferencia de una pieza de Frederic Chopin o Franz Liszt, son autores que escribieron en otro tiempo, otras vidas y uno está decodificando a partir de una mujer que vive en el siglo XXI en Latinoamérica, en el caso de los compositores vivos hay una cosa muy diferente que se crea. Podemos dialogar, contribuir a sus ideas, hacer otras cosas y la obra cobra vida de una manera diferente. El tiempo transforma la obra y a la persona.