Titulares

Premian en Seúl a la serie mexicana “Belascoarán” 

Héctor Belascoarán Shayne es hijo de un capitán de marina de origen vasco y una cantante irlandesa de folk, ambos, luchadores sociales. 

En los años 70 en la Ciudad de México, está atrapado en un trabajo rutinario y un matrimonio infeliz. Cuando su supervisor le pide que despida a unos trabajadores que intentan sindicarse, Belascoarán renuncia y abandona su sueldo y su matrimonio aburrido. Cambia todo para convertirse en detective privado, ataviado con una chamarra de piel clara, un revólver y una oficina sucia y maloliente ubicada en el centro, donde comparte espacio con un plomero que pronto se convertirá en el elemental Watson de este peculiar Sherlock Holmes chilango. 

Belascoarán fue gestado por Paco Ignacio Taibo II en una saga de novelas policiacas (desde la primera entrega, Días de combate, en 1976), que en 2022 llegó a la plataforma Netflix en formato de miniserie, con Luis Gerardo Méndez como el investigador urbano, concebido por el autor como antihéroe desarraigado y desangelado. 

Las aventuras de Belascoarán se leen en más de 20 países y ahora, en formato de miniserie (producida por Perro Azul), se llevó hace unos días el premio en la categoría Mejor Película de Televisión en los Seoul International Drama Awards (Premios Internacionales de Drama de Seúl), que desde hace 18 años reconocen las series internacionales. Fue la única producción en español premiada, entre otros ganadores de Francia, Reino Unido, Grecia, Corea del Sur, China, Filipinas y Tailandia. Para esta edición se presentaron 344 dramas de 44 países. Ernesto Contreras (director del episodio 1) e Hiro Kamata (directora del episodio 2), también estuvieron nominados en su categoría en el certamen. 

Belascoarán enfrenta casos como el de un estrangulador de mujeres, un empresario asesinado, una masacre de manifestantes que son, en palabras de Taibo II, la representación de los miedos de una sociedad reprimida. Recorre las calles, investiga, vive con intensidad la urbe, que es más que una escenografía: es un personaje en sí mismo. 

La gente se ha identificado con este antihéroe porque tiene que ver con la búsqueda de la justicia. Se ha repetido en muchos trabajos cinematográficos y hasta teatrales, y siempre ha tenido éxito. Nunca ha envejecido porque no espera la acción de autoridades y eso desata entusiasmo. En el México actual añoramos personajes que puedan resolver lo que nuestros gobiernos y nosotros como sociedad no hemos hecho, platica a La Jornada el guionista y creador de la serie, Rodrigo Santos (Historia de un crimen: Colosio, Diablo Guardián). 

Los tres capítulos que componen la primera temporada son un viaje en el tiempo. Se ven comercios, calles, cabinas telefónicas, automóviles y hasta puestos de periódicos que nos remiten a la década setentera. La intención de los productores fue hacer planos con los que la audiencia pudiera respirar a la ciudad y se detonaran los recuerdos que de ella tenemos, dijo Santos en un texto difundido por Netflix. 

La serie no se instala en el confort de un estudio, lo cual elevó la complejidad de la producción. Fue necesario encontrar espacios idóneos para intervenirlos física y digitalmente. Lo que quisimos plantear era la personalidad de la urbe, asegura a Santos a este medio. 

En la producción hicimos un esfuerzo grande por tener una máquina del tiempo (y reflejar al DF de esa época). Nuestra investigación ya de por sí nos transportaba a esa década, en la que nací, y fue muy placentero este ejercicio nostálgico, de memoria, de recordar colores, marcas comerciales, el paisaje y el mobiliario urbanos, que son tan distintos hoy día. 

La complicación para recrear el tiempo fue en términos de dinero, pero hoy todo se puede hacer, aunque requiere esfuerzo. El de nosotros fue evitar retoques digitales; entonces, buscamos rincones de la ciudad que tuvieran ese aspecto. Fuimos ingenuos y optimistas porque hay muy pocos. El paisaje ya está interrumpido por nuevas cosas (muy feas, a mi juicio generacional). A veces encontrábamos una calle para la locación, pero en cierta parte había elementos actuales. El reto era gigante porque queríamos hacer un homenaje a la urbe. El apoyo en el vestuario y peinados fue fundamental. 

De forma personal, Rodrigo extraña algunos paisajes, olores, productos y sobre todo, uno añora su pasado bonito. Dice que añora también que entonces había una solidaridad social más marcada. Seguimos siendo solidarios, pero se ha perdido esa confianza y amabilidad que nos distinguía. La gente le daba una torta al policía que dirigía el tránsito en su colonia, por ejemplo, y hoy no se ve eso. 

Comparte que su primer contacto con las novelas del detective fue en la preparatoria, por una clase de literatura y desde entonces le gustaron. En la actualidad, su lectura es distinta de cuando tenía 17 años, pero el impacto que tuvo en mí se conservó. Hablamos de un personaje muy bien logrado por Taibo II. Creó un encuentro entre un género muy rígido y una ciudad muy flexible, y eso causa gracia y momentos de comedia interesantes: lo vuelve encantador. 

Ahora, con tantas cosas terribles que se viven, los productores se preguntaba sobre la temática, y era “doloroso darse cuenta de que el retrato que hacía Taibo en su literatura no sólo sigue, sino que se ha agudizado. La corrupción, la violencia, el trato a las mujeres… entonces, la serie sirvió para hacer una reflexión al respecto, aunque no fuera el objetivo. Hoy hay ejemplos de justicieros, pero para nada son divertidos. Me refiero a las madres buscadoras de desaparecidos, a la gente que intenta defenderse de los problemas graves del país sin esperar la acción de las autoridades, a las cuales no tiene sentido esperar por su ineficiencia e indolencia. Sin duda, hay ejemplos de personas que tienen güevotes (como Belascoarán) para trabajar en búsqueda de justicia. No los recodamos porque no son ejemplos felices, sino iniciativas de la tragedia”. 

¿Un personaje literario llevado al terreno audiovisual puede despertar el acercamiento del público a la lectura? Rodrigo afirma: sin duda. Hoy existe un diálogo importante entre lo audiovisual y la literatura en el que se han adaptado muchas obras y comienzan a escribirse temas de trabajos cinematográficos. 

Los retos para hacer series de televisión en México se han multiplicado, considera. Tiene que ver con las plataformas que han generado más producción y de mejor calidad. Hoy se puede ver el trabajo de muchos colegas de gran creatividad. La competencia es descarnada, pero esto trae un lado bueno porque hay más producción, aunque lo malo es que existe exigencia de resultados muy inmediatos a la que debemos adaptarnos. 

Belascoarán está dirigida por Ernesto Contreras, Hiro Kamata y Gonzalo Amat. La producción es de Alexis Fridman, Juan Uruchurtu, Julián de Tavira. El elenco, además de Luis Gerardo, está formado por Paulina Gaitán, Silverio Palacios, Enrique Arreola, Irene Azuela, Macarana García y Paulina Dávila, entre otros excelentes actores. 

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