Titulares

Dejar de fumar, sus efectos

Cuando los niveles de nicotina van disminuyendo en el organismo de un fumador, los efectos que provoca el síndrome de abstinencia son la principal dificultad para conseguir dejar el tabaco de forma definitiva. Irritabilidad, ansiedad, unas ganas irrefrenables de volver a fumar, hambre, insomnio o estrés son algunos síntomas que pueden empujarnos a desistir del intento y hacer que volvamos a encender un cigarro. 

Sin embargo existe un lado positivo en el que podemos centrarnos y encontrar la motivación necesaria para dejar de fumar: esos efectos negativos son temporales y los beneficios en la salud son tan inmediatos que empiezan a notarse a partir de los 20 minutos de fumar el último cigarrillo. 

La calidad de vida del ex fumador mejora prácticamente de forma inmediata, aunque no nos demos cuenta: 

Cuando los niveles de nicotina van disminuyendo en el organismo de un fumador, los efectos que provoca el síndrome de abstinencia son la principal dificultad para conseguir dejar el tabaco de forma definitiva. Irritabilidad, ansiedad, unas ganas irrefrenables de volver a fumar, hambre, insomnio o estrés son algunos síntomas que pueden empujarnos a desistir del intento y hacer que volvemos a encender un cigarro. 

Sin embargo existe un lado positivo en el que podemos centrarnos y encontrar la motivación necesaria para dejar de fumar: esos efectos negativos son temporales y los beneficios en la salud son tan inmediatos que empiezan a notarse a partir de los 20 minutos de fumar el último cigarrillo. 

Como fumar aumenta el ritmo cardiaco, lo primero que notamos ya en los primeros 20 minutos desde el último cigarro es que la frecuencia cardiaca empieza a estabilizarse. En sólo 2 horas recupera los niveles normales y disminuye la tensión arterial. Y tras 12 horas, la reducción del monóxido de carbono en el organismo mejora la oxigenación de la sangre. 

Tras sólo 48 horas se restauran las terminaciones nerviosas, por lo que volvemos a recuperar el gusto y el olfato. Y después de 72 horas los bronquios se destensan y los pulmones empiezan a expulsar el moco y las placas que se han formado con el tabaco, por lo que empiezan a funcionar mejor.   

A partir de las dos semanas desde el último cigarrillo mejora la circulación sanguínea y el sistema inmunológico, por lo que se acelera la recuperación después de infecciones y de resfriados. 

En el plazo de 1 a 3 meses aumenta la capacidad física y respiratoria. Las células protectoras de los pulmones se van limpiando, la tos va desapareciendo y comienzan a disminuir los síntomas del síndrome de abstinencia. 

Tras un año sin fumar, el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular disminuye en un 50% y después de 5 años se reduce el riesgo de parálisis cerebral. A partir de los 10 años, el ex fumador reduce en un 5% el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón y también disminuye el riesgo de padecer otro tipo de cáncer. Y después de 15 años sin fumar, el riesgo de padecer una enfermedad coronaria es el mismo que el que presenta cualquier persona que no ha fumado nunca. 

Además, algunos problemas derivados del tabaco, como la estomatitis, desaparecen a las pocas semanas de dejar de fumar. El mal aliento mejora y los dientes recuperan su color natural. La piel está más oxigenada y luminosa, el cabello se vuelve más bonito y la tos crónica desaparece. Aumenta la líbido y la fertilidad, el bienestar general y mejora la calidad de vida.

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