El cuerpo de la mujer experimenta grandes cambios durante la etapa del embarazo, tanto por fuera como dentro. Satisfacer las necesidades nutricionales y de desarrollo de una nueva vida en formación requiere un gran gasto de energía, por lo que el corazón debe trabajar más. Además, a medida que el útero crece, los pulmones y el corazón tienen menos espacio y el corazón puede desplazarse un poco hacia la izquierda, lo que puede alterar levemente su funcionamiento.
Durante este periodo, el flujo sanguíneo de la madre se incrementa hasta en un 50% y la frecuencia cardiaca puede aumentar entre 10 y 20 latidos por minuto. Es normal que el ritmo elevado al que debe trabajar el corazón provoque algunos síntomas frecuentes, como hinchazón de pies y de manos, hemorroides, cansancio, palpitaciones, taquicardia e incluso desmayos.
Se considera que se produce taquicardia durante el embarazo cuando la frecuencia cardíaca es superior a 100 latidos por minuto. Es normal a partir del primer trimestre del embarazo y se acentúa durante el segundo y el tercero, sobre todo después de realizar algún esfuerzo o al estar tumbadas boca arriba.
Además de un aumento del ritmo cardíaco, la taquicardia puede producir otros síntomas, como palpitaciones (notar cómo el corazón late con fuerza), dolor en el pecho, dificultad para respirar o desmayos.
Generalmente las taquicardias durante este periodo son inofensivas y por tanto no hay que alarmarse. Pero si se producen, siempre es conveniente consultar con el médico para determinar la causa, y si fuera necesario, aplicar algún tratamiento. Por ejemplo, si está causada por alguna enfermedad del corazón o pulmonar.
Como ya hemos explicado, en general no debemos alarmarnos. Normalmente suele desaparecer de forma natural si nos relajamos y descansamos de la actividad que la haya producido. Sin embargo, hay algunas pautas que nos pueden ayudar a evitarla: hacer vida sana y tranquila, sin aumentar excesivamente de peso, beber mucha agua, descansar de forma adecuada, intentando dormir de lado mejor que boca arriba, realizar algún tipo de ejercicio acorde a esta condición, evitar el consumo de excitantes, como la cafeína, el tabaco, el alcohol y las drogas, evitar las situaciones de estrés, practicar yoga, ejercicios de relajación, meditación o alguna otra actividad que nos calme interiormente.